BCCCAP00000000000000000000226

APÉNDICES 269 y con los reparos que les hice y la caridad con que nos ha socorrido nuestro capitán Bartolomé de Medina y Francisco de Alicante, hidalgo de Sevilla, que se ha manifestado en las ocasiones que se han ofrecido, y Adán Díaz, el prác– tico que la nao trajo para su comercio y asistencia y buen gobierno de medi– cina, mejoraron. Sucedió una cosa portentosa: que estos dos Padres salieron de Jelufer en una canoa y los embarcaron como a dos cuerpos muertos a la una o dos de la madrugada, y a las diez aquel mismo día se voló la casa donde estaban, en que había alquitrán y pólvora y ropa, y ella era de paja, que en un instante no quedó cosa por consumir, procedido de una centella de fragua de un herrero que estaba cerca; alguna parte de la ropa nos tocó, que los Padres habían dejado, y pudo ser mucho más, como se reconoce en el suceso. La gente se libró por ser de día, que les cogió la desgracia fuera de casa. »Habiendo concluído en la Barra y el Combo, volvimos el río arriba y me vino nueva que los tres religiosos de Sangurigu, el P. Fr. Antonio, el P. Fr. Juan y el Hermano Fr. Blas habían enfermado juntos; despachéles luego socorro y en llegando a Bichangor, que está tres o cuatro leguas, en un brazo del río principal de Gambia, dejé la nao y los convalecientes y en una lancha acudí al remedio; halléles en la mayor aflicción que se puede imaginar y se les acudió como nuestra Sda. Religión acostumbra y se alentaron a comer, que ya no pasaban cosa de esta vida y todo era tratar de morir. Tardó la nao en llegar, después que yo la dejé, tres días, y en ellos recayeron los convalecientes y hoy están en cinco camas en una casita de paja, que es para dar dos mil gracias a Nuestro Señor y de gran consuelo a los verdaderos hijos de N. P. S. Fran– cisco. Con esto por ahora han cesado los ejercicios para volver, en pasando esta borrasco, con nuevo fervor. Muchísimos se han baptizado en los dichos puertos y la doctrina la van sabiendo y cada uno de estos Padres la enseñaba dns y tres veces al día, rodeados de muchos negritos, grandes y pequeños, que acuden con mucho afecto; los gentiles son dóciles y confiesan que es lo mejor nuestra santa ley y se alegran de vernos y se van tras de nosotros y nos llaman bege– rines de los cristianos; son pobrísimos; su comida es cada 24 horas un poco de mijo cocido con agua y unos pescadillas secos al sol que llaman mafe, y de aquello con toda la mano hacen unos bollos y comen y todo el día sin cesar están tomando tabaco en hu,mo. Los muchachos hasta doce o catorce años andan desnudos sin tener encima cosa chica ni grande; las mujeres y hombres traen unos trapillos y los que más tienen unas faldillas de algodón azules o blancas. Y los fidalgos que son hermanos o hijos de reyes, usan de unas ropas en forma de sobrepellices, de la misma tela muy sucia, y calzado no hay quien lo use, aunque: a un rey que fué de la Barra le vi unos zapatos. Las mujeres graves o fidalgas traen unos faldellines muy estrechos de algodón azul y blanco, y otro paño de lo mismo por los hombros, y en la cabeza unos como tur– bantes, y descalzas de pie y pierna. La tierra es muy montuosa y fértil de cre– cidos árboles y pastos y mucha caza de montería, y aves que no les sirve por falta de industria ni saber tirar ni armar redes, y por lo mismo no les sirven los ríos casi de nada. Lo más del tiempo están ociosos y sólo trabajan el mijo y arroz que es sustento, y en cogiéndolo, no hacen otra cosa. Ahora es verano por acá y los días son grandes y las noches corren muy lindas mareas y en cesando se siente el calor mucho. Las aguas son buenas; frutas no hay sino plátanos, que acá se llaman bananas. Hay grandísima cantidad de mingles, que son unos árboles de fortísima madera y no dan fruto. Tórtolas y palomas

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz