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INTRODUCCIÓN XXIX Aunque la misión como tal había fracasado a los seis meses de comenzada y debido a las intrigas de los portugueses, venidas de los que menos podía esperarse, de los eclesiásticos, no obstante el P. Provincial de Andalucía, entu– siasmado con las noticias que las primeras cartas le comunicaban, escribió a la Congregación, sin pérdida de tiempo, para comunicar tan buenas impresiones y esperanzadores resultados (20 de septiembre de 1647) (88). Pocos meses después pedía autorización para enviar nuevos operarios (Antequera, 13 de febrero de 1648) (89). Más tarde, enterado de lo que había sucedido al Pre– fecto, pedía se nombrase otro, a fin de que con los misicneros restantes -según él-, y con los que fuesen enviados de nuevo, siguiese adelante la misión (90). Ni que decir tiene que por entonces nada se hizo sobre el particular. Allá quedaban, como hemos dicho, los PP. Serafín de León y Antonio de Jimena, decididos a proseguir sus ministerios sacerdotales y apostólicos. Para ello dividieron el territorio: el primero se dedicaría especialmente a atender a los habitantes de Sierra Leona, mientras que el segundo cuidaría de los de Gambia y Cacheo, procurando ambos recorrer asimismo las regiones circun– vecinas. Los frutos recogidos se ponen bien de manifiesto en las cartas por ellos escritas, algunas de las cuales copia el P. Anguiano de los originales que tuvo (91), e igualmente por otras que no debió tener a mano (92). Buenos eran los deseos de estos dos celosos misioneros, pero pocos años pudieron trabajar en aquel campo tan propicio a recibir la divina semilla. El P. Antonio de Jimena fallecía antes de septiembre de 1653 (93). Por lo dificultad los podrían sacar los portugueses; y a que, si contra todo lo que se esperaba, negociase el P. Fr. Manuel algo y volviese, hallara allí dos compañeros que le ayudasen y diesen razón de todo lo sucedido ... Los demás nos fuimos la vuelta de Cartagena, con ánimo de proseguir el río de las Amazonas, según el orden de la Sacra Congre– gación». (88) APF, SA, v. 145, f . 276. Cfr. POBLADORA, Génesis ..., 371, nota. (89) Carta del P. Provincial a la Congregación, ibid ., f. 209. (90) Acta, 16 martii 1648. (91) Cfr. infra, capítulos IX y X. (92) Son interesantes sobremanera las escritas por el P. Serafín de León, que se conservan en el Archivo de Propaganda Fide, LV, v. 248, ff. 56, 57, 58, 59, 60; no llevan fecha fuera de una que está escrita el 3 de marzo de 1655. (93) Cfr. carta del P. Basilio de Antequera a la Congregación (2 de septiembre de 1653), ibid., f . 47. Nació el P. Antonio de Jimena en 1600, tornando el hábito capuchino a los 19 años de edad en el convento de Salamanca, el 28 de marzo de 1619, profesando en el mismo convento el 29 de marzo del siguiente año. Al dividirse la Provincia de Anda– lucía de la de Castilla, en 1625, quedó agregado a aquélla, desempeñando más tarde el cargo de Superior del convento de Motril (AMBROSIO DE VALENCINA, o. F. M. CAP. Reseña histórica de la Provincia capuchina de Andalucía y varones ilustres en cienci~ y virtud que han florecido en ella desde su fundación hasta el presente, V, Sevilla, 53-58). Aquí se narra la vida del P. Jimena tomando casi todos los datos del P. NICOLÁS DE CÓRDOBA, O. F. M. CAP., Crónica del convento de Cádiz, ms., nn. 101-105 (Arch. Prov. de Capuchinos de Andalucía). Los cronistas portugueses tributan asimismo al P. Jimena las mayores alabanzas.
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