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244 MISIO NES CAPUCHINAS EN ÁFRICA rimentado en España y juntamente de nuestra llegada a aquel puerto y el fin para que nos enviaba nuestro católico monarca; y, habiendo estado allá dos días, volvió al tercero, muy alegre y contento, diciendo que había sido muy bien recibido de su rey : que dentro de dos días vendría el capitán Zupi su valido, acompañado de otros caballeros del rey, a recibirnos y que la señal de llamarnos sería una bandera blanca; y al octavo día de nuestra llegada a aquel puerto reconocimos por la mañana la señal de la bandera que nos había ofrecido por señal de que nos llamaban; con que los corazones cristianos de todos los del navío, cuánto más de los religiosos, recibieron el gozo que era justo por ver cumplir lo que habían ofrecido y creer sería así en adelante; porque la piedad cristiana no sólo busca para sí las dichas, sino que se goza en las del prójimo. · »Llegamos a la playa, saltamos en tierra, adonde en su tienda, compuesta de esteras, estaba esperando el capitán Zupi, acompañado y asistido de muchos capitanes y fidalgos y de gran muchedumbre de negros, el cual, dividiendo el camino que había desde su tienda a la playa, saliéndonos a recibir a la mitad de él, nos abrazó con agrado y, por medio de un intérprete del rey, el cual se llama Mateo López y es cristiano, de nación portugués, aunque idólatra, nos dió con cortesía la bienvenida. Y, habiendo besado la tierra, levantamos la cruz cantando el Te Deum laudamus y bendijimos la tierra y nos volvimos a las tiendas que tenían prevenidas, donde el capitán Zupi y los demás fidalgos estaban asistiendo y agasajando al capitán del navío y a otros muchos blancos que juntamente con nosotros habían saltado en tierra, por quienes se hacía la fiesta y recibimiento, como después experimentamos y supimos, por ser costumbre antigua muy practicada en aquel reino recibir a los que van a comerciar con semejantes fiestas por los intereses que de ahí se les siguen, en lo cual son muy puntuales , porque entre las depravadas cos– tumbres de aquella gente, una es ser muy codiciosos y ambiciosos. »Al quererse poner el sol, trató de que partiésemos a un lugar llamado Ofra, que está como una legua de la playa, donde estuvimos cuatro días espe– rando que el capitán del navío echase la ropa en tierra, que era a lo que más atendían y de lo que principalmente ~uidaban, para que juntos nos partiésemos a la corte donde asistía el rey, que es un lugar llamado Zima, que constará de treinta mil vecinos, donde con industria nos entraron de noche y nos hospedaron en un cuarto del palacio del rey, y, luego que llegamos, nos envió a dar la bienvenida el rey con un intérprete suyo, ofreciéndonos asistiría con todo lo necesario en retorno del buen tratamiento que se le había hecho a su embajador, por ser nosotros enviados del rey de España. »El día siguiente, al amanecer, tratamos de poner nuestro altar con ei mayor adorno y decencia que fué posible para acudir a suplicar a Dios nuestro Señor nos socorriese con su asistencia para un negocio de tanta importancia, medio de que, como el más apto, siempre nos valimos, si bien por sus altos consejos e incomprensibles juicios se nos ha frustrado, y para que viesen los que llegasen a visitarnos el culto, veneración, respeto y reverencia con que nuestro Dios era tratado, para así aficionados más a su amor y seguimiento. Solicitamos hablar al rey; conseguírnoslo aquella misma tarde. Entramos por los patios de su cuarto, levantada la .cruz en forma de procesión, cantando las letanías de Nuestra Señora, hasta llegar a la presencia del rey, el cual nos recibió con agrado grande, y, después de haberle saludado, le dimos una carta
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