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E) «Relación de lo que sucedió a los Padres misionarios del reino de Arda, enviados por la Real Majestad de Filipo Cuarto, con los despachos y jurisdicción eclesiástica y apostólica de Su Santidad, concedida de la Sacra Congregación de señores Eminentísimos Cardenales de Propaganda Pide». «Habiendo llegado a la corte del católico rey Felipe cuarto un negro enviado por el rey de Arda, por el mes de febrero del año de cincuenta y ocho, el cual hablando a S. M. por medio de un intérprete, que le había asistido desde Cartagena de las Indias de orden de D. Pedro Zapata, Gobernador que actual– mente se hallaba en aquella ciudad, a tiempo que desembarcó el dicho negro, cómo era enviado de su rey a suplicar a S. M. le enviase ministros evangélicos que a él y a todos los de su reino les instruyeran en los misterios de nuestra santa Iglesia católica, para que, profesándolas todas, se bautizasen, agregándose al gremio de nuestra santa Iglesia. Oyó la propuesta el más católico monarca con singularísimoalborozo y alegría y consuelo de su alma, con demostraciones exteriores de particular amor y alegría, y, aunque le hizo disonancia el ver la mala forma ·que este embajador tenía por faltar la carta de creencia --,que es esencial requisito para semejantes negocio&-, no obstante, se le suplicó, por ser éste de tanta piedad y tan del servicio de Dios nuestro Señor, al parecer, remitiéndole a los de su Real Consejo con el católico y religioso celo, que se puede presumir, para que negocio tan arduo, cuanto dudoso, se encaminase con la piedad que pedía, mandando juntamente a su Real Consejo de las Indias diese al dicho negro todo lo necesario en el ínterin que se tomaba resolución y acuerdo de este negocio, lo cual ejecutó con liberalísima largueza, por mar y por tierra, con dicho negro, hasta que fué restituído a su reino. » Visto por el Consejo el poco crédito que podía darse a su propuesta, así por la falta de papeles y despachos, como por la inconstancia y poca estabilidad que de un rey negro se puede presumir, se dilató por algún tiempo la reso– lución, pero como la materia era tan piadosa, les hizo fuerza y como a tan católicos el temor de que se malograse la sangre de Cristo Señor nuestro y la pérdida de tantas almas, se resolvieron, aunque fuese a costa de alguna censura y calumnia, por \os leves fundamentos que un negocio tan grave tenía, que sólo consistían en la palabra de un negro bozal, para el cumplimiento de lo cual se hizo elección de doce Religiosos Capuchinos, los cuales gustosos y alegres y envidiados de los otros, que si se diera permiso quedaran desiertos todos los conventos de esta Provincia, nos partimos, con autoridad y necesarios despachos apostólicos y mandato de S. M. y con la obediencia de nuestros Prelados y Superiores, en compañía de dicho negro y su intérprete al puerto de Cádiz, donde S. M. tenía dispuesta embarcación que, a expensas suyas y dándonos lo necesario para nuestra misión, nos llevase al reino de Arda, y, habiendo salido del dicho puerto de Cádiz a 25 de noviembre del año de 1659 y navegado 51 días con mucha prosperidad, dimos fondo en el puerto del reino de Arda a 14 de enero del siguiente año, dándonos los parabienes y rindiendo a Dios nuestro Señor·las debidas gracias por el favor tan singular de habernos llevado a tan deseado puerto. Hicimos echar en tierra el emba– jador para que diese noticia a su rey de los honores y agasajos que había expe-

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