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242 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA que se inclinaren, vuelvan sacerdotes a su tierra y puedan instruir a sus natu– rales en las cosas de nuestra santa fe católica. Y a todos los que se resolvieren a venir a estas partes, podéis asegurar de mi parte el buen tratamiento y cuidado que se pondría en instruirlos, como lo hicieron los señores reyes de Portugal, mis antecesores, con los vasallos de la tierra de Benín, del Congo y de otros reinos, cuya ![disposición?] ha de correr por mi Consejo Supremo de Portugal, a quien toca esta materia por ser Arda de la demarcación de las conquistas de aquel reino. »Y, en cuanto al comercio, podéis decir de mi parte al llamado rey de Arda que lleváis orden mía para avisarme con particularidad de la forma en que se puede disponer y qué géneros de mercaderías habrá en aquel reino que se puedan traer a España o llevar a las Indias, y si el oro que se dice haber en aquellas provincias, es tan bastante para suplir los gastos que los navíos mer– cantes puedan hacer en sus viajes que les obligue a continuarlos; y daréis a entender esta materia de suerte que no se atribuya a excusa ni dilación sino a fin de entablar el comercio de manera que se continúe por mucho tiempo. »No tengo que encargaros la importancia de esta misión ni preveniros para ella de cosa alguna, porque de vuestro. santo instituto y de las buenas noticias que tengo de vuestra virtud y letras y de los religiosos que os acompañan, espero tener mucho que agradeceros y nuestro Señor, por cuyo servicio se hace, mucho que premiaros. »De todo lo que en esta instrucción se declara y se os ofreciere y pareciere conviene al servicio de Dios y mío, me avisaréis en todas las ocasiones, diri– giendo las cartas a mi Consejo Supremo de Portugal que reside junto a mi real persona.-Fechada en Madrid, a 28 de junio de 1659.-Yo el Rey» (5). (5) BN.-Ms. 3818, ff. 74-7Sr.
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