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APÉNDICES 241 de enemigos de esta corona, que unos por mí y otros por la religión procuren impedir vuestro viaje a aquellas partes de Arda. »Llevaréis entendidas las órdenes que se dieren por el Consejo de Indias al capitán del navío en que os habéis de embarcar y cómo ha de esperar en aquel puerto el tiempo que fuere necesario para entender cómo se dispone vuestra entrada en aquellas partes o la resolución de quedar en ellas. »Llegado a surgir en el puerto de Arda o en otra parte donde se pueda desembarcar, haréis que salga a tierra D. Felipe Zapata con su intérprete y criado sin aventurar vuestra persona ni la de vuestros compañeros hasta que el mismo D. Felipe vuelva a deciros que podéis desembarcar, y entonces lo haréis, y, si os pareciere necesario pedir primero algunos rehenes que queden en el navío hasta que lleguéis a veros con el llamado rey de Arda, lo haréis. »Y habiendo negociado con aquel príncipe, que le podréis ver seguramente, le daréis la carta que lleváis mía, cuya copia se os entrega también, y de mi parte le aseguraréis cuán grata me fué su propuesta acerca de vuestra jornada a su reino y la esperanza con que quedo que será de los primeros que se re– duzcan a nuestra santa fe católica, y que de mí puede esperar toda buena correspondencia que se desea se ajuste entre sus tierras y mis reinos, que también se encaminará por vuestro medio y avisos que tuviere vuestros del buen ánimo con que queda para ambas las propuestas que por su parte se me hicieron. »Si cuando llegáredes a Arda, por algún incidente faltase el principal en cuyo nombre se me hicieron las propuestas referidas, con la misma carta que lleváis mía, si hubiese lugar de que entréis en aquel reino, procuraréis visitar al que a la sazón gobernare e introduciréis la misión a que sois enviado, y espero en nuestro Señor os acompañará y os dará su ayuda para acertar a encaminar una materia de tanto servicio suyo. »También se os entregará una carta patente mía por la cual mando declarar que sois enviados por mí a Arda, para que seáis tenidos y habidos por misio– narios del sagrado Evangelio y enviados míos así en Arda como en cualquiera parte a que aportáredes por cualquier acontecimiento. »Y por el cuidado que quedo de vuestro viaje y buen anuncio de él, luego que os fuere posible me avisaréis cómo fuisteis recibidos y de todo lo que hubiere pasado en los principios de vuestra entrada o asistencia en aquella provincia, y asimismo todo lo demás que para ese efecto fuere necesario y para vuestra conservación, de que os mandaré tener particular cuidado, y de todo me avisaréis en el mismo navío en que habéis de hacer vuestro viaje por el capitán de él y por el intérprete que va a vuestra orden, para que las cartas y demás despachos que les diéredes, los haya de entregar al gobernador que fuere de la ciudad de Cartagena de Indias, por donde el navío ha de hacer la vuelta. Y si os fuera posible, enviáis siempre duplicados de vuestros despachos al gobernador de Cartagena para que él me los pueda remitir en navíos dife– rentes por el riesgo ·que hay de perderse alguno. »Si con el favor de Dios se convirtieran algunos mozos de poca edad, procu– raréis inclinarlos a que pasen a España, asegurándoles que han de vivir en su entera libertad para volverse siempre que quisieren a su tierra, y esto os lo encargo mucho por tener entendido que esto es el medio más conveniente para la propagación de nuestra santa fe católica en aquellas tierras, porque, repartidos aquí en algunos conventos de religiosos, sean enseñados a leer y escribir en lengua latina y en lo demás que les fuere necesario, para que los

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