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INTRODUCCIÓN XXV a los que habían ido al Congo se les proporcionó el bastimento necesario para seis meses y además mil ducados, era muy justo que a los que iban ahora a Guinea se les diese bastimento al menos para tres meses. Pedía, finalmente, una carta de recomendación del propio Felipe IV para el rey de Marruecos, por si fuera necesario que los misioneros hiciesen el viaje a pie y no por mar. El Consejo fué gustoso en concederle lo pedido (76). Por su parte el rey no tuvo inconveniente en dar la carta de recomendación pedida. Para ello escribió al rey de Marruecos y Fez, en la creencia de que los misioneros tendrían que pasar por sus territorios, recomendando a los misio– neros capuchinos que, por orden de la Sda. Congregación de Propaganda Fide, se dirigían a predicar la fe a los reinos de Etiopía y costa de Guinea (77). Por fin, el 7 de diciembre de 1646 zarpaba de Sanlúcar de Barrameda el navío de Bartolomé de Medina, que iba a conducir a los misioneros al suspi– rado campo de apostolado (78). El 23 del mismo mes llegaban felizmente al primer puerto, Alé, donde cuatro de ellos desembarcaron para comenzar allí mismo su labor de evangelización,mientras que los restantes prosiguieron su viaje hasta llegar al río Gambia. Desde aquí, y fechada en Sanguirigu el 6 de febrero de 1647, escribía el P. Gaspar de Sevilla una carta al P. Provincial, dándole cuenta del viaje y de los primeros resultados obtenidos, que parecían ser precursores de otros más prometedores y más llenos de esperanzas (79). Bien ajeno estaba el mencionado religioso de lo que muy en breve les iba a suceder. En efecto: tres de ellos eran apresados por los portugueses, a los pocos días, y enviados luego a Lisboa. Fué éste un incidente de gran transcen– dencia para el porvenir de la misión, hasta el punto de que, como consecuencia, aquélla fracasó al menos de momento. Son de gran interés los documentos sobre el particular que queremos re– coger, por lo que se demuestra una vez más cómo los portugueses, guiados (76) Así lo acordó, en la reunión tenida en Zaragoza el 27 de agosto de 1645. Felipe IV aprobó ambas determinaciones, del bastimento y de la carta de recomen– dación, al añadir en las actas del Consejo de Estado las palabras protocolarias : «Está bien» (AGS. Estado, Leg. 2809). (77) La carta de Felipe IV es de 1646 y se conserva entre los manuscritos del Museo Británico, Add. 28.358, f. 414. Cfr . IGNACIOBAUER, Apuntes para una Biblio– grafía de Marruecos, Madrid , s. a., n. 145, pp. 46-7. (78) Así lo comunica a Propaganda Fide -el P. Provincial de Andalucía, Fulgencio de Granada, en su carta del 24 de diciembre de 1646 (APF, SA, v. 145, f. 273-4). (79) Esta carta se imprimió en Madrid, en 1648, en dos folios, y lleva el siguiente título: «Verdadera relacion del bven svcesso, y acierto, qve ha tenicfo !° 1 fa '' Mission de los Padres Capvchinos de esta Provincia de Andaluzia, que fueron rlii 1 lo Reynos de Guinea el año passado de 1647, a la conuersion de los infieles. Refiertj:ise' tambien cosas admirables de aquellas Prouincias. Sacado de la carta que escriuio ePR': P. Fr. Gas– par de Seuilla, al R. P. Fray Fulgencio de Granada, Prouincial desta JProuincia». Un ejemplar de ella se conserva en la BN. Ms. 3818, ff. 128-129. La copiamos íntegra en los apéndices.

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