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XXIV MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA Y de hecho con el nombre de Nigricia fué conocida más comúnmente Guinea, región que se extendía a lo largo de las costas africanas, comprendidas entre Cabo Verde y Benín. En Guinea habían trabajado ya anteriormente los Capuchinos franceses de la Provincia de Bretaña. Aquella misión la había establecido la Congre– gación por su decreto del 14 de julio de 1634 (71). Aunque no con muchos éxitos, se prosiguió al menos hasta 1642 (72). Lo fuerte y duro del clima afri– cano, por una parte, y las insidias de los mercaderes ingleses, holandeses y portugueses, por otra, obligaron a que la misión tuviese que ser abandonada. A esa región, a Guinea, van a dirigir ahora sus pasos los españoles de la Provincia de Andalucía. Su misión a Nigricia , y más propiamente hablando, a Guinea, era decretada definitivamente por la Congregación el 14 de febrero de 1645 (73). Para asegurar mejor el éxito de la empresa se autorizaba al Nuncio para· señalar otros religiosos, en caso de enfermedad o muerte de los designados, e incluso para admitir algunos de otras Provincias; también el que pudiesen dirigirse a América, a la misión del Marañón, si es que no eran recibidos en aquella región africana a donde eran destinados (74). A pesar de la buena voluntad existente en todos, esta misión no pudo ponerse en marcha tan pronto como al principio se preveía. Al principio, a causa de las guerras existentes; luego, por la peste que se desencadenó en las provincias andaluzas, y más tarde por la falta de embarcación, lo cierto es que se fué retrasando de tal manera que transcur.rieron nada menos que dos años y ocho meses, a contar de la fecha en que se había solicitado de la Congregación. Ese retraso se debió además al propio Consejo de Castilla, que demoraba conceder su licencia para que los misioneros se embarcaran (75). Para mejor asegurar el éxito del viaje, aun en lo material, el P. Provincial de los Capuchinos de Andalucía había ya representado con anterioridad al Consejo de Estado que, debiendo ir doce religiosos suyos a predicar la fe católica a las costas africanas adonde habían de ir también algunas naves de mercaderes, pedía se les diese embarcación con ellos y el bastimento necesario más alguna ayuda de costa para ornamentos y libros, añadiendo que, así como (71) lbid., 487, nota, y pp. siguientes . TERZORIO,o. c., 340-45. (72) CESINALE,o. c., 488. (73) N . CoRDUBENSIS, o. c., 54. APF, Acta, 14 febr. 1645, f. 240, n. 12. (74) Acta, 3 julii 1645, f. 349, n. 39. Esta providencia se tomó por temerse que los portugueses habrían de oponerse a la entrada de los misioneros . Además, como se tardaba tanto en preparar la expedición, era fácil que algunos de los señalados fallasen por causas diferentes; la Congregación quería en todo caso asegurar que el número de doce misioneros se guardase siempre. (75) Así lo dice en su carta el P. José de Lisboa (28 de julio de 1646) a la Congregación (APF, SA, v. 110, ff. 85-86), afirmando «se dilata de tal suerte la misión que hoy está imposibilitada ... por no querer dar el Real Consejo de Castilla licencia ¡,ara ello>. (Cfr. POBLADORA, Génesis ..., 370.)
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