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210 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA Angel, esto es, en el aspecto, en las palabras, en las obras y especialmente en la pureza de su alma. 3.-Adornóle Dios de prendas maravillosas y tales cuales eran necesarias para constituir un grande y aventajado predicador apostólico, que es el minis– terio que ejercitó casi todo el tiempo de su vida religiosa y por espacio de cerca de treinta años. Su humildad, mansedumbre, paciencia, silencio y modestia fueron dignas de admiración. No fueron menos su obediencia, pobreza y casti– dad, su oración y mortificación de sentidos y potencias, en lo cual procedía con tal circunspección, que jamás le hallarían mal empleado, y sólo su aspecto era bastante para componer al más distraído por la serenidad de su rostro, dulzura de sus palabras y modestia virginal de sus ojos. 4.-A estos y otros semejantes atavíos le añadió Dios los de una gran fe, esperanza firme y caridad ardentísima, adornos propios de un predicador evan– gélico, sin los cuales o no consigue el fin de su ministerio, o lo malogra en gran parte. Hería incesantemente su corazón la penetrante saeta del amor divino y, lastimado de ver las ofensas de Dios, el descuido de los hombres y la perdición de las almas, ocurría con cuantos medios podía a tales daños. Dedicóse, luego que acabó la tarea de los estudios, a la predicación evangélica, y, aunque las prendas naturales para el púlpito eran aventajadas, con todo eso, conociendo ser mucho más colmado el fruto que se hace en las misiones, se aplicó todo a predicar en ese estilo, y de esta suerte pudo trabajar más y salir más ganan– cioso. 5.-Dió principio a sus misiones por la villa de Bilbao y otros lugares de Vizcaya y con ardiente celo de las almas fué recorriendo los obispados de Va– lladolid, Salamanca, Avila, Zamora y otros circunvecinos, haciendo tan seña– lados frutos en todas partes, que no es fácil ponderar el número de almas que sacó del mal estado en que vivían y redujo a verdadera penitencia. Hizo muchas y raras conversiones en personas de todos estados y, no contento con emplear todas sus fuerzas en tan apostólico empleo, incitaba a otros a que se aplicasen a él, ponderándoles como experimentado los frutos grandes que por tal medio se conseguían. Su ejemplo y devotas persuasiones fueron tan eficaces que provocó a muchos, dentro y fuera de la Religión, a dedicarse a este santo ejercicio, y verdaderamente no se puede dudar ser más propio de nuestro Instituto y el más conforme a la imitación de Cristo Redentor nuestro. 6.-Tenía el bendito varón especial cuidado y afecto con los pueblos pequeños y gente de las casas de campo y decía predicaba de mejor gana en estas partes que en las ciudades y lugares grandes, y, preguntándole algunos religiosos la causa, respondía que porque sabía por experiencia carecían seme– jantes poblaciones cortas de doctrina y enseñanza y de quien se la diese. Verdad

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