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206 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA a sus intereses temporales, y en tanto dará auxilio al bien espiritual de las almas, en cuanto su codicia reconociera intereses; pero cesando ésta, ni el servicio de los reyes ni el de Dios son atendidos, padecen los operarios evan– gélicos innumerables calumnias y la fe santa muchos desdoros. Gran vigilancia deben tener en esta parte los príncipes católicos y castigar con todo rigor a los que se oponen con sus modos y malos tratos a la conversión de las almas; y aun después de hecha toda diligencia en esta parte, es bien vivir con el recelo y dolor de lo que se ha pasado por alto a los ministros y oficiales. Así lo hacía el santo rey David y en razón de eso suspiraba y decía a Dios: Delicta, quis intelligit? Ab occultis meis munda me, Domine, et ab alienis parée servo tuo. Otras veces decía: Si mei non fuerint dominati, tune immaculatus ero, et emundabar a delicto maximo (162). Dios les dé a todos luz para el acierto y celo verdadero de su santa ley. (162) Salmo 18, 13-14.
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