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Hacen grandes instancias los Religiosos que quedaron en Sierra Leona sobre que se ponga remedio a los abusos y tiranías que allá pasan; no consiguen nada, sino perpetuar emulaciones, y se retiran a Castilla. 1.-El día que se resolvió el P. Fr. Antonio de Trujillo a venir a Lisboa en seguimiento de los frailes Algarves, dejó nombrado por Vice-Prefecto al P. Fr. Francisco de la Mota y quedaron en su compañía Fr. Angel de Fuente– lapeña y Fr. Buenaventura de Maluenda, aragonés. Estos prosiguieron sus ejercicios constantemente, no obstante que se ofrecieron grandes contradic– ciones de los ministros reales, motivadas de las santas y debidas reprensiones que, pública y privadamente,les daban para ocurrir a los gravísimos daños que resultaban de sus escandalosos modos de vida. Escribieron durante ese tiempo a Castilla diferentes cartas de lo que les sucedía, pidiendo consejo a los Superiores acerca de la resolución que tomarían. Pero se perdieron muchas cartas y los señores Nuncios de Portugal y Castilla, sabiendo el fruto que hacían, les inhibieron hasta que, por contrario imperio, a instancias de los prelados de la Provincia, se les mandó volver a Castilla (156). En razón de todo lo cual (156) Entre esas cartas se cuenta la escrita por los tr es m1S1onerosque quedaban todavía en la misión, PP . Francis co de La Mota, Angel de Fuent elapeña y Buena– ventura de Maluenda , fechada en Bisao el 20 de junio de 1685. Va dirigida al Nun– cio de Lisboa y en ella le comunican que habían recibido sus órdenes y que, deseosos de salvar muchas almas, estaban trabajando en aquellas regiones esperando ulteriores disposiciones de la Congre gación y el envío de nuevos misioneros para que no se extinga la misión, pues estaban convencidos de que se haría mucho bien a las almas. Esta carta fué remitida por el Nuncio a la Congregación con fecha 8 de julio de 1686 (APF, Scritt. ed lett. rif. nelle Congreg. part., Africa, II, ff. 16, 17). Conocemos también otra escrita por el citado P . Malu enda a la duquesa de Aveiró, fechada asimismo en Bisao, 2 de diciembre de 1685 (Cfr. Bibliotheca Missionum, nn. 4723 y 5052). Testimonio, por otra parte, de la guerra que hacían los portugueses a los misio– neros y de que a todo trance querían saliesen de allí los españoles, es la carta que el párroco de Cacheo dirigió al rey (22 de julio de 1685), en la que decía que, por la experiencia que tenía, era de parecer debía ordenar al rey no hubiese misioneros ex-
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