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MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUINEA Y SIERRA LEONA 191 4.-Tampoco es excusable el haber de hablar con claridad de los malos procedimientos de dichos sujetos, así porque condujo a la inocencia del Prefecto y a la sincera defensa de sus operaciones contra las calumnias que le opusieron, como porque la verdad tiene ejecutoriado ese derecho y por su defensa se deben referir las cosas según ellas sucedieron. Omito muchas y graves autoridades que apoyan este sentir; fuera de que habiendo padecido tantas calumnias los Capuchinos desde que comenzaron sus misiones el año de 1645 en las con– quistas de Portugal hasta el presente de 1688 y defendídoles Dios de ellas mediante su verdad y buen obrar, no era razonable ni conveniente para lo futuro dejar sin liquidar la materia presente en la cual pudieran ser perjudi– cados así el Prefecto como su Religión. 5.-Por estas y otras causas justas es preciso satisfacer con el hecho de la verdad, que después de Dios es el mejor padrino, y por las mismas pidió se liquidasen dichas calumnias y que si se hallare haber excedido en algo, se le castigase; mas que respecto de que su inocencia era notoria, pedía se le diese satisfacción del agravio en forma competente. Esta se le dió, según luego veremos; pero por cuanto tardaron en despacharla los del Consejo, dió el Prefecto el siguiente memorial al Príncipe, siendo ya rey de Portugal por haber muerto D. Alfonso su hermano y heredado la corona. 6.-Memorial cuarto: «Señor: Fr. Antonio de Trujillo, Religioso Capu– chino y Prefecto de la misión de Sierra Leona, residente en esta corte, dice : tiene respondido y satisfecho a V. Majestad en razón de ciertas calumnias que los Padres Algarves que V. M. le dió, le acumularon juntamente con otros sujetos seculares a quienes ellos indujeron a fin de paliar unos y otros sus malos procedimientos, y para obviar que el suplicante no llegase a los pies de V. M. a noticiarle de la verdad; y que habiendo venido en seguimiento de ellos y alcanzádolos en Cabo Verde, pasó a esta co-rte con sumo y excesivo trabajo y tal que se halla con muy poca salud. En cuya consideración habrá como dos meses que tiene presentados sus descargos, y V. M. fué servido mandarlos ver a sus ministros y hasta hoy no ha sabido el suplicante lo que de ellos resulta. Pide y suplica a V. M. mande darle orden de lo que debe hacer en la disposición de su misión, porque no habiendo quedado en ella sino solos tres religiosos, dos castellanos y uno aragonés, y éstos pendientes del orden que en esta ocasión les ha de remitir el suplicante, se halla el patache que va a aquellas partes muy próximo a partir; y asimismo por verse el supli– cante enfermo y sin tener a quien encargar sus dependencias, necesita de que V. M. sea servido de resolver el orden que ha de guardar, o para que dichos religiosos se vuelvan a su Provincia o para que se detengan otro año hasta que V. M. provea aquella misión de operarios competentes a la suma nece– sidad en que se hallan aquellas pobres almas.

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