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190 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA 3.-Este fué el fin lastimoso que tuvieron y el premio que correspondió a sus malos intentos tan ajenos de su Instituto. Nadie se admire de que entre muchos buenos se halle tal vez quien degenere de sus obligaciones, ni tampoco de que el ·demonio tome por instrumentos de la ruina de las almas a semejantes sujetos, pues consta del Evangelio, que: Superseminavit zizania in medio tritici. En razón de lo cual dice San Pedro Crisólogo, y lo leemos a cada paso en las historias sagradas, que su único fin y su desvelo es perderlos a todos, si pudiese: Quia diabolus haereses inter fideles; ínter sanctas, peccatum; ínter pacificas, lites; ínter simplices dolos; ínter innocentes, nequitiam gratis serere convenit (153). Pero principalmente contra quien se enderezan sus tiros es contra los inocentes, y así prosigue diciendo: Non ut acquirat zizania sed ut triticum perdat, nec ut reos capiat, sed ut adimat innocentes. vantes de la Provincia de la Soledad y de que el P. Trujillo tuvo sobrada razón para marchar a Portugal a informar de lo sucedido, de las dificultades y disensiones sur– gidas en la misión, son las dos cartas del obispo de Santiago de Cabo Verde, don Fr. Antonio de San Dionisia, dirigidas a López de Laura , Secretario de Estado de Portugal. En la primera, fechada el 15 de junio de 1684, dice que «los Padres de la Provincia de los Algarves, que vinieron para ayudar a los Padres misioneros españo– les, permitió Dios nuestro Señor y el demonio que ellos mismos viniesen para im– pedir lo que los españoles podían hacer». Refiere luego cómo el P. Prefecto (Truji– llo) había ido a Portugal y que él había escrito al rey y a sus amigos de allá para que le favoreciesen, pero que luego dichos Padres le habían metido en la cabeza al P. Prefecto que el obispo les había dicho a ellos que no se fiasen de los españoles; que no los dejasen solos y que los vigilasen, pues podían construir un castillo o for– taleza para luego apoderarse los castellanos de alguna población o costa, etc. Añade que había escrito al P . Trujillo sobre eso mismo y que esperaba su contestación. En la segunda, escrita el 13 de julio del citado año 1684, dice que por más que le había dicho al Prefecto P. Antonio de Trujillo, éste se había resuelto a ir a Por– tugal, manifestando que de buena ·gana le hubiera acompañado, pues tenía más causa que él; pide que en manera alguna permita el rey que dicho Prefecto deje aquella misión, y que interesa mucho al servicio de Dios y del rey el que con muchos o po– cos misioneros se continúe; por lo cual escribe sobre lo mismo al rey y a sus amigos para que le favorezcan . Termina diciendo que dicho Prefecto dará razón de todas las falsedades que contra él habían levantado el Deán y otros clérigos, quienes durante ocho años venían levantando un montón de testimoníos falsos. López de Laura escribió al margen de esta carta, entre otras cosas, esto que dice relación al estado de ánimo del P. Trujillo en Lisboa: «El P . Prefecto Fr. Antonio de Trujillo vive tan desconsoladísimo fuera de su misión, que creo acabará de ese sentirníento ... que ése era el mejor argumento de su inocencia y de su espíritu ... : que esperaba se pusiese término a aquella tormenta y a sus achaques, porque tam– bién le tienen tan postrado que temo sea el mayor embarazo para volver a esas islas» (AHU, Cabo Verde , Papéis avulsos, capilha de 13 de julio de 1684). Otro testimonio del comportamiento de los mencionados Observantes reformados de la Provincia de la Soledad es la carta que los mercaderes de Cacheo escribieron al rey (6 de junio de 1684), en que le dicen que el P. Domingo de la Encarnación, franciscano de los Algarves, había infamado a los mercaderes, a los eclesiásticos, a los seglares y a los religiosos; por eso piden que sea retirado de allí (AHU, Guiné, Papéis avulsos, caixa 2, capilha de 6 de junio de 1684). (153) s. PETR. CHRISOLOG., Sermo 99.

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