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Vuélvense para Portugal los Padres Algarves sin sabidur ía del P. Prefecto; tiene éste noticia de sus designios y viene en su seguimiento. Dícense las resultas de este viaje y dase fin a la misión de Sierra Leona. 1.-Esmeróse el Prefecto cuanto fué posible en asistir a los religiosos Algarves con especial cuidado en todas sus necesidades, pero mal contentos de sí mismos, comenzaron a manifestar no tenían vocación de misioneros y que habían ido involuntariamente a Sierra Leona. El Prefecto los reconvino varias veces con su obligación y con los gastos que había hecho el Príncipe en conducirlos; pero nada fué bastante para que se ciñesen a su ministerio, y así, ofendidos de las saludables amonestaciones, tomaron diferentes rumbos en sus empleos y por último acuerdo el adunarse con algunos ministros reales, menos temerosos de Dios, para hacer un informe contra el Prefecto y remitirlo a Portugal. Todo lo cual así ejecutado, hallando la ocasión de embarcación, cogieron la mayor parte si no toda de cuanto el Príncipe había dado para la misión y se hicieron a la vela para las Terceras sin sabiduría del Prefecto y facilitándolo todo los mismos oficialesreales. 2.-No le causó novedad al Prefecto esta furtiva resolución, pues la tenía prenunciada y manifestada al Príncipe y a los de su Consejo, que eran los que más insistieron en que pasasen dichos religiosos. Con todo eso, viendo el daño que se había de seguir a aquella misión, como también a su crédito y al de sus compañeros, determinó seguirlos a Lisboa a dar cuenta de lo que había sucedido. Alcanzó a dichos frailes en la isla de Cabo Verde; dió noticia de todo al Obispo y a otros ministros y reconviniéndoles con sus malos modos y tratos, restauró de su poder cuatro recaudos de decir misa para sus compa– ñeros, y desde allí pasó a Lisboa, tomando otro rumbo que ellos; en cuya navegación cautivaron los moros de Argel a tres de los dichos Padres Al– garves (152). (152) Testimonio fehaciente del mal comportamiento de los religiosos Obser-