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176 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA en todos el Espíritu Santo la disposición necesaria para recibir sus divinas influencias, y el natural humano siempre sigue su particular inclinación; pero si ·falta lo primero, todo se perderá y aun se imposibilitará que vayan otros. La caución que se me ofrece para este inconveniente, si es que este ·medio es adecuado, es que V. A. ordene que el Prefecto sea natural del reino, como repetidas veces tengo representado; de esta suerte se asegura la misión, y con que allá nos dividamos, supuesto que hay tanta mies, cesarán los incon– venientes; ellos elegirán la parte que gustaren, y nosotros tomaremos la que se nos señalare; y de esta suerte, con santa emulación, nos despertaremos los unos a los otros .para ganarle a Dios muchas almas. 12.-»Esto es, Señor, cuanto se me ofrece decir por obedecer el precepto de V. A., en cuya gran piedad espero la resolución de lo más conveniente para el servicio de Dios y bien de las almas, que es el único fin que me ha traído a los pies de V. A. para solicitar su amparo pasiendo (sic) muchos riesgos de la vida por mar y tierra y continuas enfermedades, acreedoras per– petuas que han sido, son y serán de V. A. en razón de que no se deje de acudir con el socorro oportuno a número tan sin número de almas destituídas de remedio espiritual. Espero de V. A. mirará esta causa con el justo celo propio de su natural clemencia y por todos títulos tenido en príncipe tan católico.» 13.-Vióse el sobredicho informe en el Consejo de Estado y entonces acordó el Príncipe fuesen religiosos Franciscos de los Algarves juntamente con los Capuchinos, nombrando por Prefecto y superior de todos el P. Fr. Antonio de Trujillo, que lo era por la Sacra Congregación de Propaganda Fide. Con . e·ste medio se quietaron algo los ánimos y se trató de la misión, pero, como iremos viendo, sucedió al fin lo que como experimentado previno en su informe el Prefecto. No son verdaderamente para en. uno castellanos y portu– gueses; pero cuando lo fueran, la falta de vocación para tal ministerio es indispensable, y no teniéndola, es porfiar vanamente, .y lo que sucede en tal caso, es lo mismo que queda ya referido en el informe (146). (146) En el original, otra pluma distinta del P. Anguiano escribió esta nota al final del capítulo: «Aquí se debe hacer otro capítulo en que se diga cómo vino des– de Lisboa a: Madrid el dicho Prefecto a reclutar su mísión, de las Iin1osnas que le dieron en esta corte para ornamentos y las demás cosas necesarias, y a buscar com– pañero para volver a Sierra Leona, que no lo tenía, y cómo llevó consigo al P. Fray José de Illescas, Predicador sólo entonces y ya ahora Lector de Teología, quien fué con él a Lisboa y desde allí a la misión de Sierra Leona, y fué en ella desde que fué el Viceprefecto, y éste es el que únicamente vive de todos los que fueron a Sie– rra Leona, y quien esto escribe el año de 1717 en el mes de mayo». Consiguiente– mente: las notas o acotaciones añadidas en el original son del P. Illescas.

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