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MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUIN~A Y SIERRA LEONA 175 9.-»Hallo, pues, que los religiosos de este reino no tienen ejercicio de misiones, ni la práctica, ni aun inclinación y mucho menos vocación de Dios, que es lo principal, y sin ella es temeridad exponerse a los riesgos innume– rables de alma y cuerpo que se ofrecen a cada paso. De esto es prueba evi– dente ver tanto número de almas sin socorro espiritual en sus mismas tierras y después de tantos años, y que en medio de eso ninguno se mueva a solici– társela; luego es señal manifiesta que no tienen vocación ni aun inclinación a ello. Pero supongo que, movidos de la insinuación de V. A., se alienten algunos a tan soberano empleo; ésta ya no es vocación del Espíritu Santo y la expe– riencia ,enseñará con el efecto su infructuoso fin. Siendo, pues, los operarios de esta calidad, sin vocación y sin inclinación, lo ordinario es faltarles el ejercicio de la oración y mortificación, que son los medios por donde nos hemos de disponer para que el amor divino encienda en nuestros corazones los vivos deseos de la salvación de las almas; y misionero, que no se sustenta ordinariamente de dos manjares espirituales tan principales, muy poco fruto o ninguno hará, y así semejantes ministros lo más seguro es que no vayan. 10.-»No obstante lo dicho, siendo este medio de la aprobación de V. A., pido y suplico in visceribus Jesu, sean hombres de vida ejemplar, encargando mucho en ello las conciencias de sus prelados, especialmente que no sean mozos sin experiencia: que sean suficientemente doctos, pues se ofrece a cada paso haber de tratar con herejes de diferentes sectas, a quienes se les arguye no sólo por razones sino principalmente con el ejemplo de vida inculpable; y aunque tal vez se puede suplir el requisito de lo docto, no empero jamás el de la vida ejemplar. En faltando, Señor, esta prenda, todo es inquietudes; el sujeto vive desazonado, no trabaja en su ministerio, perturba a los deniás, gime incesablemente por volverse a gozar de las conveniencias pocas o muchas de su tierra, y esto paliando su veleidad y tibieza con el pretexto de que no se hace fruto; de que se sigue inquietar a los demás compañeros y entibiar a los de acá para que no se dediquen a tan alto ministerio. Debe, en fin, V. A. poner sumo cuidado en que se abstengan totalmente los sujetos que fueren, de toda suerte de trato y comercio temporal, pues sabemos lo han hecho algunos que han ido de este reino, y a título de tener parientes pobres, no han reparado en vender la administración de los sacramentos por adquirir cuatro o seis cruzados, escandalizando con estas y otras acciones indignas, no sólo a los cristianos, pero también a los gentiles, y de esto tenemos bastantes aunque lastimosas experiencias. 11.-»En el segundo medio que dejo propuesto de que sean la mitad de este reino y la otra mitad de Castilla, hallo no menos reparos para la subsis– tencia y buen logro de tan alta empresa, pues es notoria la contrariedad de los naturales, y aunque el amor divino es quien puede y sabe unir los ánimos de los hombres más distantes para los empleos sagrados, no sé, Señor, si hallará
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