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MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUINEA Y SIERRA LEONA 167 no dudaba del gran celo y generosidad de ánimo con que Dios y la naturaleza le habían adornado, lo tendría por bien, siendo obra tan pía y justa. Dicho Nuncio de Su Santidad se encargó asimismo de la carta que escribí a V. A. y la presentó, de lo cual se convence haber obrado con la debida sinceridad en este punto, y esto se confirma también, pues los Capuchinos franceses que residen en el hospicio de esta corte, presentaron otra carta que escribí al Con– sejo Ultramarino y a su presidente, haciendo la misma súplica . 15.-»En consideración de todo lo cual pido y suplico a V. A. sea servido mandar justificar esta causa por quien mejor le pareciere, amparando a estos pobres religiosos y verdaderos hijos de San Francisco, pues sólo buscan almas y éstas claman en el tribunal de Dios por su remedio con la lengua de la sangre de Cristo, al cual es V. A. obligado por todos títulos. Pero si las políticas humanas y razones de Estado fueren preferidas a la reducción y salvación de tantas almas como se perderán, si se nos niega el proseguir en su enseñanza y conversión, aunque quedaremos siempre con el dolor de su perdición, sabre– mos hemos puesto los medios posibles para que se salven, y en todo caso descargamos nuestras conciencias · en la de V. A., por quien perpetuamente rogaremos a Dios para que Su Majestad divina le conceda luz, acierto y eficacia en materia de tanto peso y la eterna felicidad que desea y esperamos logren su insigne piedad y celo.»
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