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INTRODUCCIÓN XIX A esa reg10n llegaban los primeros m1S1oneros,los ·Capuchinos, en 1660. El origen de esa misión hay que buscarlo, aunque indirectamente, en las que ya habían tenido en Guinea y Benín y particularmente en el Congo. El rey de Arda, noticioso de cuanto allí habían hecho los Capuchinos, se decidió a enviar una embajada a Felipe IV, pidiéndole misioneros y al propio tiempo interesándose por el incremento de las relaciones comerciales entre ambos países (49). Dicha embajada fué desempeñada por un negro llamado Bans, el cual llegó a la corte española en febrero de 1658 y, hablando al rey por medio de un intérprete, le expuso los deseos de su soberano, propuesta que fué muy del agrado de Felipe IV, quien mandó le proveyese de todo lo necesario el Consejo de Indias, en tanto se tomaba una resolución .en firme sobre tal negocio (50). Mientras se gestionaban los asuntos de su embajada, Bans se hizo instruir en la religión católica y se bautizó, tomando el nombre de Felipe, como el rey, y por apellido Zapata, que era el de su padrino (51). Pasados algunos meses y tras repetidas consultas decidió Felipe IV acceder a los deseos del rey de Arda. El Consejo de Indias dirigía con tal fin una carta a la Casa de Contratación de Sevilla, el 1 de octubre de 1658; en ella decía babia determinado el rey «se envíen a aquella provincia religiosos que parecieren bastantes para dar principio a la predicación del santo Evangelio en ella»; mandaba asimismo se buscase embarcación para ellos, la que debía esperar en el puerto de Arda todo el tiempo que fuese necesario, hasta ver si aquel rey se decidía a abrazar la fe; señalaba que se buscasen para tal misión Capuchinos de la Provincia de Andalucía y, en caso de no encontrar quien . ción de Mss. Barbón-Lorenzana, Ms: 244), nos ha dejado una descripción admirable tanto del reino de Arda como de Guinea, Benin y de los reinos circunvecinos, tratando en ella de los bosques, animales, costumbres de sus habitantes, trajes, etc. Estas no– ticias le fueron proporcionadas, como él mismo confiesa, por uno de los misioneros que fueron enviados a Arda en 1658. Por su parte, el P. JosÉ DENAJERA,O. F. M. CAP., misionero primero en Arda y luego en Cumaná y en Los Llanos de Caracas, también nos habla bastante de las costumbres de los negros de Arda en su obra Espeio místico en que el hombre interior se mira prácticamente ilustrado, Madrid, 1672, cfr. pp. 237, 238, 239, 244, 277, 281. (49) Cfr. carta -orden de Felipe IV (28 de junio de 1659), f . 72 (B. N.-Ms. 3818). M. DE .ANGUIANO, Vida y virtud es del Capuchino español, el V. Siervo de Dios Fray Francisco de Pamplona, Madrid, 1704, 237. (SO) Cfr. Relación de lo que sucedió a los ·Padres misioneros del reino de Arda enviados por la R eal Maiestad de Filipo Cu.arto, con los despachos y iurisdicción eclesiástica y apostólica de Su Santidad, concedida por la Sacra Congregación de se– ñores Eminentísimos Cardenales de Propaganda Pide, f. 120r (B. N., Ms . 6170); esta relación ocupa los folios 120-125. Hay otra copia enterament e igual con este título: Propuesta a Felipe IV por un negro enviado por el rey de Arda, suplicándole le enviase Ministros de la Iglesia para que a él y a todos los de su reino les instruyesen en los misterios de la Santa Fe Católica (B. N .-Ms. 18717/30) . La reproducimos íntegra . en el apéndice primero. · (51) .ANGUIANO, Vida .. ., o. c., 237.

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