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MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUINEA Y SIERRA LEONA 163 esta noticia, así por huir de la vanidad que podía conciliarle su amigo y prisionero antiguo con haberla esparcido, aunque con sana intención, como porque habían de tomar motivo de ella los ministrns para dar más fuerza a sus sospechas y retardarle el despacho o ponerle en peor estado. Por esta causa se sinceró dicho Padre en el memorial siguiente de esta objeción, y en supo– sición de todo lo referido hasta aquí, dió el memorial siguiente : 5.-Memorial p1imero: «Señor: Fr. Antonio de ·Trujillo, Religioso Capu– chino y Prefecto de las misiones de Sierra Leona, dice tiene representado a V. A. cómo habrá cinco años que por cumplir con su vocación de emplearse en la conversión de gentiles negros, pasó con otros trece religiosos sus compa– ñeros a la misión de Sierra Leona, adonde han perseverado los de su Religión desde el año de cuarenta y seis, y por haber muerto los precedentes en dicha misión y haber diez años que aquellas pobres almas carecían de ministros evangélicos, suplicó a Su Santidad fuese servido concederle licencia y las facul– tades ordinarias para pasar con sus compañeros a dicha misión. Y que habién– doselas concedido benignamente Su Santidad, ejecutaron su viaje a dicha tierra, adonde han perseverado desde el año de 1677, trabajando en la reducción de los infieles y cogiendo el copioso fruto que es notorio en estos reinos y consta a V. A. y a su Consejo. 6.-» Y por habérsele muerto algunos compañeros y llegando otros en esta ocasión (143) y no poder perseverar ni querer, así el suplicante como ellos y los que actualmente asisten en dichas misiones, sin obtener primero para su mayor seguridad y progresos de las almas el beneplácito y regia protección de V. A., vino en persona a esta corte a representar sus buenos. deseos y el común desamparo que padecen aquellas nuevas cristiandades y la gentilidad. Después de lo cual fué servido V. A. mandar remitir su representación al Consejo Ultramarino y de aquí se mandó dar informe al Procurador de la Corona, los cuales respondieron lo que constará mejor a V. A., pues fué servido mandar se remitiesen los papeles a la Junta de Misiones y ésta resolvió no había lugar la súplica, alegando algunas razones precisamente políticas y con notorio daño de las almas y de la suma necesidad que padecen de ministros evangélicos para su remedio espiritual, al cual es V. A. obligado y ellas tienen derecho por muchos títulos que V. A. no ignora, y están dando gritos en el tribunal de la divina justicia. Mas para que V. A. las pondere con la piadosa y cristiana consideración de su real ánimo, se satisface a ellas con el presente descargo. (143) Este primer memorial es de principios de 1683, fecha en la que, como dice el P. Trujillo, le habían sido enviados ya otros misioneros, cuyos nombres descono– cemos; entre ellos quizá deba contarse el P. Angel de Fuentelapeña.

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