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156 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA les fué preciso volverse a España a curarse. El primero que murió, después de plantada su misión, fué el P. Fr. Manuel de Vitoria, predicador muy fervoroso, el cual, habiendo sido Guardián y Maestro de novicios en esta Provincia de Castilla, se ejercitó por muchos años en hacer misiones por varios obispados de estos reinos, en que consiguió muy señalados frutos (136). Des– pués pasó a Sierra Leona, llevado del celo santo de la conversión de los infieles, y ocupado en tan santo ejercicio, pasó de esta vida temporal a la eterna con suma edificación de todos el año de 1680, por el mes de septiembre, en una población de los sosos que cae enfrente de la isla de los !dolos (137). 13.-Vida y virtudes del P. Fr. Cristóbal de Azcona.-El segundo que murió fué el P. Fr. Cristóbal de Azcona, hijo de la Provincia de Navarra, varón de tan rara y singular virtud, que en vida y después de muerto resplandeció con muchos y raros prodigios (138). No dudo los tiene observados su santa Provincia, y así sólo referiremos aquí para memoria lo que sucedió con sus reliquias. Tocóle, pues, a este santo religioso el ir a plantar la misión con otros cuatro a la isla de Ponga; en ella, a primeros de marzo de 1678, tuvieron dichoso fin sus trabajos después de una enfermedad muy penosa, que padeció con maravilloso sufrimiento. Diéronle sepultura en la iglesia del hospicio y, pasados algunos meses, sacaron sus huesos y los pusieron en una cája con ánimo de traerlos a su Provincia en la primera ocasión. Ofrecióse venir sus compa– ñeros a España por su poca salud y, habiendo llegado a las islas Terceras, desembarcaron en el puerto de Andra; aquí se registró en las aduanas la caja, y noticiando a los administradores del caso, se comenzó a divulgar la noticia de las reliquias, de que muchas personas devotas de la Orden desearon verlas y tener alguna parte de ellas. Los religiosos que las traían se excusaron y no quisieron dar lugar a que se manifestasen; pero fueron tantos los ruegos y súplicas que les hizo el dueño de la casa en que fueron hospedados que, por satisfacer a ellos y a las muchas y buenas obras que había hecho a los Capuchinos en varias ocasiones, fué preciso darle un hueso del siervo de Dios (139). 14.-Con esta reliquia se han experimentado y experimentan tales prodigios y milagros que, viendo ser muchos y de primera clase, obrando de oficio, pasó (136) Cfr. nuestro Necrologio, 244. (137) Cfr. también ANGUIANO, Vida, 273. (138) CELESTINO DE AÑORBE,O. F . M. CAP., La antigua Provincia Capuchina de Ncroarra y Cantabria, I, Pamplona, 1952, 372 ss. No obstante lo que aquí se afir– ma, creemos que el P. Azcona no fué destinado a otras misiones, sino a la de Sierra Leona; desde luego no consta en la lista de mision eros que durante el siglo XVII fueron destinados a las misiones de Los Llanos o de Caracas. (139) Cfr. ANGUIANO, Vida, 272. Su vida ejemplar fué escrita para edifica– ción de los religiosos; en ella se hacen constar todos estos prodigios (Cfr. Analecta Ord. Fr. Min . Cap., 7 (1892), 314-19, 340-46).

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