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154 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA· murió el año de 1678, por el mes de julio, edificando sumamente a los cristianos con su ejemplo y religiosa vida (134). 10.-Los demás misioneros fueron prosiguiendo su navegación hasta Cabo Verde y desde allí, habiendo presentado sus despachos al Obispo, pasaron a Cacheo. Saltaron todos a tierra en el puerto de Tumbá y a pocos días comen– zaron a sentir las malas influencias del clima, enfermando todos gravemente y por largo tiempo. En convaleciendo, se repartieron por diferentes reinos circunvecinos; trabajaron sumamente en todas partes, reduciendo a muchos a nuestra santa fe católica y confirmando a todos en ella. Redujéronse algunos herejes ingleses y holandeses de los que residen en las factorías de los ríos de Guinea; pero ofendido Satanás de la presa que se le hacía, movió el ánimo del general inglés que residía en una fortaleza para quitarles a todos la vida. Armóles una traición de la cual los libró Dios milagrosamente, trocando las disposiciones de forma que no llegó a efecto su designio, antes bien sacó su Majestad divina singulares frutos del suceso, pues, entrando el general y mu– chos herejes de su nación en mejor acuerdo, conv.irtieron en piedad su enojo y, abjurando de la herejía, se redujeron a nuestra santa fe católica, quedando en adelante muy aficionados a la Orden, y socorrieron con sus limosnas a los religiosos. A los demás naturales de Europa y criollos de la tierra procuraron redu– cirlos a vida cristiana; hallaron muy deterioradas aquellas cristiandades y tan llenas de vicios y errores, que no cabe en ponderación humana. Recorrieron todas las poblaciones de cristianos y las cultivaron con sumo afán y desvelo. Después comenzaron a reducir a los negros gentiles, teniendo ya suficiente noticia de la lengua, que es barbarísima y sumamente difícil de pronunciar. Fundaron muchas iglesias y reedificaron otras de las que dejaron los Padres que asistieron primero en estas misiones. También administraron a innumerable gente el santo bautismo y los demás sacramentos, y en estas y otras católicas operaciones pasaron algún tiempo, hasta que el demonio, abrasado en su furia infernal, comenzó a hacerles cruda guerra a los misioneros por medio de las criaturas, con los títulos y pretextos de ser aquellas conquistas regalía de la corona de Portugal y ellos castellanos, y por haber pasado a Sierra Leona sin pasaporte de su rey ni del Consejo que llaman en Lisboa Ultramarino (135). (134) Cfr. ANGUIANO, Vida, 270. (135) El fruto conseguido por los mmoneros, y al propio tiempo el abandono en que se encontraban y las contradicciones sufridas se ponen bien de manifiesto en la siguiente carta del Obispo de Santia go de Cabo Verde , don Fr. Antonio de San Dio– nisio, fechada el 23 de junio de 1681. En ella da razón de la ida del P. Antonio de Trujillo a Cacheo y de la intención del obispo de llevarlo también a Cabo Verde. Ex– pone que «hacía cinco años asistía allí y, después de examinar la situación de la diócesis, representa a V. A. la necesidad que tiene aquel obispado de misioneros y ministros que ofrezcan la vida al Señor por la salvación de las almas, y, si bien no
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