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144 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA 9.-Preguntáronle en cierta ocasión los religiosos a una mujer folupa, ya esclava, cómo la habían cautivado; les respondió lo siguiente: sabed que un negro de cierta aldea vecina a mi población le entregó a un vecino mío una vaca para que se la guardase; ésta se huyó y se fué a casa de su dueño; con que sabiendo el caso, vinieron engañosamente a pedirle al guarda su vaca; él no pudo dar razón de ella, y sin más motivo que ése, se querellaron de todo el pueblo, diciendo que los vecinos la habían hurtado. Con esta demanda, caímos guerra -es propia frase del país-, acometieron a la población, mataron a los hombres, y a las mujeres y niños los hicieron esclavos, y entre ellos a mí y a mis hijos. Hicieron la misma pregunta a un muchacho y respondió que su abuelo llegó a su casa una noche y que dijo que padecían hambre sus hijos y no tenía con qué sustentarlos y así a él y a sus hermanos los vendió por esclavos para remediarse. 10.-Están ya estos bárbaros tan c~bados en la codicia y tan desvergonzados en robar, que no hay cosa segura aun dentro de las casas de la población de Cacheo, y si cogen algo, luego lo vuelven a vender en el mismo pueblo con gran frescura. Llegue en esta ocasión el dueño legítimo de la cosa, o esclavo hurtador y diga : esto es mío, dádmelo acá, es materia tan sensible para el ladrón que se ofende grandemente de ello, no porque le tengan por ladrón, que de ello hacen ellos alarde, sino porque se lo llaman con decir que aquella cosa es suya y no del que la vende. Para desagraviarse de la injuria o del chay, piden satisfacción al blanco, y si no se la da tal cual la pide el ladrón, al punto va y le quita los esclavos y cuanto tiene en casa. Esto parece cosa increíble, pero realmente pasa así; los blancos prácticos ya tienen cuidado del chay y se guardan de él, pero los que no lo son, caen miserablemente (126). A estas y otras semejantes servidumbres viven sujetos los portugueses en aquellas partes por la negra codicia de los esclavos, lo cual es codigno castigo y venganza de la divina justicia para los que en sus tratos y contratos cometen entre aquellos bárbaros, de cuyas operaciones son Argos, y como ven tales escándalos, juzgan que la ley de Dios da licencia para todo género de iniquidad. 11.-Desde el río referido a distancia de treinta leguas, yace el promon– torio de Cabo Verde, que es al extremo aquilonar de Guinea; al lado austral está el río de Gambia, en el cual tienen los ingleses y franceses sus factorías y fortalezas de mayor consecuencia. A la parte del aquilón yace el río Zenaga y aquí tienen también los franceses otra factoría, demás de otra que conservan en la isla de Gona. Habitan en la ribera de dichos ríos y partes marítimas (126) En nota marginal, de letra del P. Anguiano, se dice: «Esta voz chay, que es lo mismo que achaque, pretexto o título, es propia de aquel gentío y la apren– dieron de los comerciantes portugueses.:,

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