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INTRODUCCIÓN XVII , Después de los sucesos adversos que esta relación sigue consignando, vino otra contrariedad mayor aún, cual fué la muerte de tres de los misioneros, los PP. José de Jijona y Eugenio de Flandes, fallecidos pocos días antes del 10 de agosto de 1651, siguiéndoles en breve el P. Tomás Gregorio de Huesca, cuando apenas habían arribado a su destino (38). Cuanto después tuvo lugar: el recibimiento hecho a los misioneros en la corte del rey de Benín, lo que allí tuvieron que sufrir y cómo a la fuerza se vieron obligados a salir de ella para emprender la larga y penosa peregri– nación por las costas africanas y por las islas próximas, hasta llegar a la patria, está suficientemente descrito en la relación del P. Anguiano, la que, como ya hemos indicado, coincide con la de Cavazzi. Este tomó sus notas en Sevilla, al encontrarse allí en 1654, de paso para la misión del Congo, poco después de la llegada a dicha ciudad del P. Angel con sus compañeros, haciendo constar que cuanto refiere coincidía a su vez con «las memorias manuscritas del P. Antonio de Teruel, que se conservaban en nuestro archivo de An– gola» (39). Desde la ciudad del Betis y con seguridad que nada más llegar de su trabajoso viaje, escribió el P. Angel a Propaganda, avisándole de todo y en– viando una relación en la que recoge sus impresiones, expone los obstáculos y propone los medios que podrían emplearse para conquistar para la fe tanto aquel reino como los circunvecinos. Reconoce, en primer término, que obe– deció a un manifiesto engaño la ida de los Capuchinos a Benín, creyéndose que su rey profesaba la religión católica, cuando en realidad no era cierto. Añade hay que tener presente que, tanto el Benín como el Congo, habían sido ya anteriormente evangelizados por otros, y que, aunque ahora no se ha logrado fruto alguno, había prosperado allí mucho el comercio de los mercaderes europeos, siendo por lo mismo más fácil la empresa. Lo que se hacía necesario ante todo era conquistar el corazón del rey, el cual, encon– trándose dispuesto a escuchar las enseñanzas de nuestra religión, no puede hacerlo por verse rodeado de gente que no permite se le hable de semejantes cosas. A pesar de todo confiesa que no hay que perder la esperanza y que podría conseguirse la conversión de los de Benín, logrando primero la del reino de Ower, que es vecino, y donde se presentarían muchas menos difi– cultades; una vez convertido el Ower, podrían pasar los misioneros al Benín, donde la idolatría era más execrable y estaba más arraigada (40). Esta relación del P. Angel de Valencia fué examinada por la Congregación (38) ]bid., 352. (39) ]bid., 356. (40) Cfr. CAVAZZI, 356, y CESINALE, o. c., 582, donde se copia al pie de la letra parte de su información que nosotros hemos resumido.
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