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134 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA cano de los consanguíneos entra heredando toda la familia del difunto, esto es, todas sus mujeres, hijos y esclavos adquiridos en los robos, con derecho de poderlos vender a todos a quien quisiera. Este derecho así llamado es muy común y practicado en toda Guinea, y de aquí resulta gran copia de esclavos. Los delitos por los cuales son condenados a servidumbre innumerables hom– bres, mujeres y niños, ordinariamente consisten en asechanzas, fraudes y vio– lencias de los poderosos; ellos son jueces, actores y testigos y al fin quedan esclavos los pobres miserables que no pueden resistirles. A estos delitos o títulos paliados comúnmente llaman chay; más adelante se explicará la etimo.:. logía de esta voz y su equivalencia; es nombre muy común en toda Guinea y usado con propiedad para el comercio de los esclavos. 11.-Que estos bárbaros obren así, malo es y muy digno de sentirse, mas al fin son bárbaros; lo que no cabe en ponderación humana y es a todas luces execrable y digno de llorarse con lágrimas de sangre, es lo que ejecutan en las compras muchos cristianos por su codicia e intereses caducos, perdiendo a Dios el respeto, ofendiendo su fe y escandalizando a fieles e infieles. Llega, pues, un mercader de esclavos a uno de los puertos de los bisogoes; salta a tierra el intérprete, busca huésped o patrón adonde se aposenta para hacer el empleo, Constituyen a éste dueño de la acción y él por sus intereses va de casa en casa de los vecinos preguntando si tienen esclavos que vender. Si hay algunos, los llevan y concierran como un carnero o una vaca, sin más examen de la captura, y de esta suerte hacen su carga hasta llenar el navío. 12.-A todo esto precede que, luego que llega el bajel al puerto, se anticipa el magnate o reyezuelo de cada isla y con otros aliados va luego a ver al capitán y los géneros que lleva, y para santificar la venta y los tratos inicuos que se han de celebrar, toma una gallina y se la sacrifica al capitán como acos– tumbran a sus ídolos, haciéndole sus reverencias y regándole los pies con la sangre, retorciéndole las alas y poniéndose después las plumas en la cabeza por adorno, y en esta misma forma llegan al mástil del navío y a la bomba y los untan con la sangre de la gallina. En llegando los religiosos a reprenderles estas idolatrías a los bárbaros, responden con gran frescura que los blancos son dioses de los negros, que el mástil del·navío es el dios del mar y la bomba un milagro de dios. Dicen más : que el dios de los blancos habla con ellos y que éste no está con los negros, respecto de que no les habla como a los blan– cos. Añaden luego y dicen que el blanco es su dios porque les lleva a su tierra co– sas buenas y habla con ellos. El árbol mayor también dicen que es dios porque hace que anden los navíos por el mar, y que el sacar la bomba el agua es un milagro insigne. 13.- Esta abominaciónes tan frecuente, que apenas hay mercader de cuantos van a aquello·s puertos, que no la admita, porque sino, no se compondría el trato. Califícanse de esta enormidad e idolatría con decir que ellos no creen
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