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132 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA los demás de Guinea, que se llama de los fulos. Estos en sus refriegas supeditan a la de los sosos, que es también nación dilatada, por no haber podido alcanzar el contraveneno de la ponzoña con que acostumbran untar sus saetas. A unos y a otros ponen terror los conchos, que es nación grande y de color rojo y cabello crecido; éstos en ciertos tiempos vienen a Ponga y a otros puertos a feriar su marfil de que abundan mucho, y para ello y seguridad de sus personas se juntan quinientos y seiscientos hombres, y sólo pagan de tributo a los reyes negros, por los reinos que atraviesan, una sarta y no más. Susténtanse de la caza y para esto van delante de las cargas sus aposentadores, los cuales cercan una mata de monte y le tiran a cuanto sale, y de aquello se compone su principal sustento. 4.-Son empero los fulos atroces y su ejercicio ordinario no es otro que hurtar, y así todos están dedicados a robar cuantas personas encuentren en las partes vecinas al mar, para venderlas después por esclavos, y de esta cacería se compone la mayor parte de esclavos que se ferian en todos aquellos puertos a los cristianos. Demás de las naciones referidas, hay otra a un lado de los zapes que llaman limbas; éstos son tan bárbaros y codiciosos que venden las madres a sus hijos sin tener necesidad, sino por costumbre de la tierra endemoniada, y por precio vilísimo, como es una sarta de abalorio y otros dijes, que estiman en gran manera las mujeres de esta nación para adornarse. Por esta causa salen de esta tierra muchos niños que venden por esclavos en los puertos de los ríos referidos a los mercaderes y comerciantes de Europa. 5.-En las sobredichas naciones, como en todas las demás de Guinea, es comunísimo el salir a hacer cacerías de hombres y de cuantas personas en– cuentran para venderlas por esclavos a los mercaderes y tener esa ganancia como los moros de Argel. Sucede salir al campo y encontrar un hombre, niño o mujer, y sin otro título le prenden y cautelosamente van y le venden. Si llega a descubrirse este hurto, toman a su cargo la venganza los parientes del agraviado y en hallando ocasión oportuna, van cautivando los cosanguíneos del agresor, y si es de otra población o nación, cogen a los vecinos para ven– derlos por esclavos a los blancos. De donde se siguen infinitos latrocinios, iras y venganzas de unos con otros, y quedar siempre en servidumbre un número cuantioso de los indefensos, como son las mujeres y los niños, a causa de que, una vez comprados por los mercaderes, de ninguna manera son restituídos, si no es que los rescaten cada uno por dos esclavos o más, con cuya venta acrecientan el número de los prisioneros y también de las iniquidades. 6.-Caminando hacia el aquilón por la ribera del mar desde el promontorio llamado de Verga_hasta las vertientes del río que llaman Grande, se hallan algunos ríos, pero de poco o ningún comercio, excepto en el que llaman de Nuño, que es el principal de ellos. En las partes adyacentes a dicho río habitan los zapes vagas, los fullos, los cocolís y los nallos. Los fulos yacen más hacia

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