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124 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA 3.-Los caminos que Dios tiene para socorrer a los suyos en los trabajos y aprietos son verdaderamente maravillosos; todo lo atiende siempre con alta y divina providencia, mayormente las necesidades de sus amigos y fieles y con mucha particularidad en la ocasión de mayor combate, que es la hora de la muerte : Cum dederit dilectis suis somnum -dijo el profeta rey-, ecce haere– ditas domini filii, merces fructus ventris (120). Entonces ostenta Dios su cui– dado y liberalidad magníficamente para que entendamos cuán bueno es ser– virle y cuán gran Dios tenemos. Viendo, pues, este religioso ocasión tan opor– tuna para ejercitar la caridad con sus prójimos, comenzó a discurrir por las casas de los católicos y les fué administrando los sacramentos de la penitencia y Eucaristía. Después, abriendo los brazos de la caridad, y aprovechándose de la ocasión y consternación de la peste, se aplicó también a reducir a los herejes. Duró el contagio más de cuatro meses y en medio de 'habérsele pegado, como a los otros, le dió Dios fuerza para asistir a todos y no dejó día de celebrar el santo sacrificio de la misa, ni de asistir a ayudar a bien morir a los católicos, de los cuales unos eran franceses, otros ingleses, otros holandeses y algunos irlandeses y en todos no eran muy pocos. 4.-Pero abrasado Satanás de ver tanta piedad en el santo Padre y el daño que le hacía con sus continuas exhortaciones así a los fieles como a los herejes, permitiéndolo Dios, así comenzó a hacer de las suyas y, como anda siempre hambriento de almas para su infame vasallaje: Circuit quaerens quem devoret (121), esparció brevemente por toda la ciudad lo que pasaba. Con que 1~ que para los católicos fué de sumo consuelo, para los herejes sirvió de into– lerable desazón, y tanta que no pudiendo ya sufrir el ver la solicitud incansable del varón de Dios, algunos mas celantes de su maldita secta se juntaron en su parlamento para decretar el que se le cortase luego la cabeza, que es el castigo que suelen dar, según sus leyes, por aquel que ellos llaman delito contra religión. Esforzaron mucho la materia algunos, pero prevaleció el sentir de otros que se les opusieron a sus maquinaciones, y, en el ínterin que se controvertió la materia, murieron algunos de los primeros. Por esa causa cesó después la acusación y por ese medio libró Dios a su siervo de la muerte que contra él se había maquinado; mas con todo eso no se sosegaron los herejes, pues privadamente le hicieron cuantas molestias pudieron, ultraján– dole de obra y de palabra y tirándole piedras al pasar por las calles con ánimo de acabar c;onél. De todo le libró Dios con su paternal providencia y con su estando él auxiliando a los católicos y pudiendo celebrar todos los dias misa. Allí per– maneció cuatro meses (Ibid., f. 432). (120) Salm o 126, 4. (121) 1 Petri, 5, 9.
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