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Sale de Sierra Leona el P. Fr. Pablo Jerónimo de Fregenal para venir a solicitar nuevos compañeros; sucédenle varios trabajos en el viaje y, pasados algunos años, socorre Dios de Misioneros de.Castilla a aquellas gentes. !.-Habiendo resuelto dicho Padre buscar el remedio para tantas almas necesitadas y ofrecídosele la ocasión de un navío inglés, se embarcó en él; pero apenas se hicieron a la mar, cuando comenzaron a padecer grandes borras– cas y contratiempos; una, entre otras, fué tan deshecha y furiosa, que con un golpe de mar se arrancó el timón y se lo llevaron las olas. Al fin, guiando Dios el bajel y siguiendo el ímpetu de las aguas, llegaron casi milagrosamente a tomar puerto a las Indias, en la isla llamada de Barbadas, adonde tienen los ingleses una ciudad tan rica y populosa, que la llaman por antonomasia ellos el Londres pequeño o la segunda Londres. 2.-Apenas saltó en tierra la gente del bajel, cuando dentro de muy pocos días se publicó en la ciudad una peste voracísima que en breve tiempo hizo muy grande estrago, llevándose número considerable de gente. Aquí, aunque muy maltratado del viaje y de sus achaques habituales, tuvo, según advertimos al principio de esta misión última, el P. Fr. Pablo Jerónimo de Fregenal la ocasión de recompensar a los ingleses el favor que a él y a sus compañeros hizo el general de la escuadra en conducirlos desde Canarias a Guinea, y el dueño del navío presente en traerle hasta Barbadas, pues en tiempo de tanta calamidad y en ciudad tan numerosa, donde había muchos católicos, no se hallaba entonces otro sacerdote romano que se les pudiese asistir y administrar los sacramentos de la Iglesia sino él (119). (119) Cuanto aquí refiere el P. Anguiano, así como en los siguientes número s, se confirma con las noticias que el propio P. Fregenal consigna en su carta al Internuncio de Bruselas, ya citada, afirmando que, efectivamente, se había embarcado en un navío inglés, que se dirigía a las Barbadas : que al llegar se había desencadenado la peste,