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MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUINEA Y SIERRA LEONA 119 a la obediencia de la Iglesia Romana algunos herejes ingleses que habitan por aquellas costas en sus facto-ríasy comercios, y sobre todo fué muy señalada la conversión del capitán factor que residía en el reino de Magnabumbo, que era· obstinadísimo hereje. 20.-No fué inferior al referido el fruto que dicho Padre hizo en el reino de Cocolis o de los Coellas, cuyo rey era católico y se nombraba D. Felipe Ferambule; aquí también bautizó a muchos y entre ellos a una hija del mismo rey, a quien puso por nombre María Antonia; esforzó en la fe a los cristianos, y así a éstos como a los de los otros reinos les predicaba frecuentemente y procuró adelantar en buenas y santas costumbres, siendo insuperable el trabajo cotidiano de enseñar la doctrina, catequizar, bautizar, administrar los demás sacramentos, visitar los enfermos, componer las discordias y acudir a otros actos de piedad. Viendo, pues, la gran mies que había y que ya sus fuerzas no alcanzaban a poder sobrellevar tanto peso, ni _le llegaba socorro de compañeros, ni aun respuesta de alguna de muchas cartas que escribió pidiéndola, y demás a más, hallándose muy falto de salud y cargado de achaques, resolvió venir a Europa a representar por sí mismo la suma necesidad que padecían aquellas gentes de ministros evangélicos que las doctrinasen, y también otras muchas que pedían instantemente el santo bautismo (118). (118) Dicho rey, cristiano ya y bautizado, fué conocido asimismo por el mencionado franciscano P. Andrés de Faro en 1663-64 (o. c., 60), añadi endo que antes de recibir el bautismo se llamaba Bolofare. Formaba también su reino parte del imperio de los Sapis, y el rey había sido igualmente bauti zado por el P. Serafín de León; en cambio, el P . Fre genal bautizó a su hija, imponiéndole el nombre de María Antonia (Carta del Internuncio de Bruselas, 27 de septiembre de 1672, ya citada). El P. Fre genal prosiguió su ministerio consiguiendo frutos extraordin arios; escribió varias veces a los Superiores de la Província pidiendo nuevos misioneros, y sintiéndose enfermo y por otra parte casi sín vista e imposibilitado para pro seguir su apostolado, se resolvió a volver a España (Carta del P. Fr egenal al Internuncio de Bruselas, 28 de octubre de 1671, Arch. Prop. Fide, LR, v. 435, f. 431).

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