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100 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA f ectum desursum est, descendens a Padre luminum (98). En ellas también hallaremos muchos y saludables consejos para la dirección práctica y moral de nuestras acciones; pero, si atentamente consideramos la vida y virtudes del V. P. Fr. Serafín de León, hallaremos en el discurso de ella epilogado con sagrada armonía cuanto bueno, perfecto y acendrado hemos visto en los demás. Su memoria, así como la de Josías, es tan dulce a todos paladares, tan grata a todos oídos, tan odorífera a todos olfatos, que entre propios y entre extraños, es celebrada y venerada con píos y devotos elogios. Respira tal fragancia que cada día se hace más recomendable, especialmente en aquellos reinos y pro– vincias que ilustró con las luces de su apostólica predicación. 3.-Pero ¿ qué mucho goce aclamación tan universal quien en el nombre y en los hechos fué Serafín, que significa ardiente y abrasado? Fuélo tanto, y con tal actividad que, imitando a los espíritus seráficos, deseó abrasar el mundo en llamas vivas del amor divino, al modo que de ellos lo predica San Bernardo diciendo: Putemus Seraphim spiritus totos igne divino succensos incendere univ,ersa. Este sagrado volcán que ardía en su pecho le sacó del amado retiro de su celda en edad ya mayor y le llevó a la Etiopía de Guinea, que en griego significa ardor y en hebreo, cus, obscura y negra, para abrasar con los rayos de la palabra divina el fuego de la idolatría, los sacrificios de los hebreos y los pecados de los hombres: Ipse est directus divinitus in paenitentiam gentis et tulit abomi– nationes impietatis, ilustrando al mismo tiempo aquella oscuridad etiópica con ejemplos de vida apostólica, con maravillas y prodigios que a todas luces le publicaban peregrino los leones racionales de la sierra y la Sierra de los Leones: Et gubernavit -prosigue el Eclesiástico, de Josías- ad Dominum cor ipsius, et in diebus peccatorum corroboravit pietatem. 4.-A tan ilustre vida debiera dar principio refiriendo sus pasos desde su nacimiento, pero de industria los dejo para que los siga ingenio propnr– cionado a la magnitud de la empresa. Además, que habiendo sido muchos años Superior de su Provincia, sal de ella, luz y ciudad colocada sobre la eminencia del monte, que obraba lo que enseñaba, como maestro evangélico, y antorcha verdadera de la Iglesia, tengo por más acertado pasar en silencio ese resto de vida, que exponerme a quedar corto en referir sus primores. De este medio se valió Salustio en llegando a ponderar las excelencias de la gran ciudad de Cartago, tan célebre y plausible en la antigüedad, diciendo: De Carthagine silere melius putem, quam pauca dicere (99); y en las de nuestro León de Castilla, su gran cronista el Maestro Gil González Dávila, en el tomo primero (98) JAC., 1, 17. (99) SALUST., De bello 'jugurt., cap. 19.
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