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86 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA En la carta que he dicho remitiré a V. C., pondré algunas cosas de que nece– sito, especialmente algunos rosarios y medallas. Guarde Dios nuestro Señor a V. C. como deseo y le pague la gran caridad que me hace. A todos los religiosos se servirá participar mis afectuosas memorias. Arrecife de Cabo Verde de Guinea, y junio a doce de 1650. Siervo de V. C. muy afecto, Fr. Antonio de Jimena, Misionero Apostó– lico» (87). 14.-La relación que el Padre cita no ha llegado a mis manos; no dudo tendría noticias muy singulares y de gran gloria de Dios; pero ya que ésa nos falta, podremos rastrear algo de ello, así por la carta referida como por otras que adelante pondremos en apoyo de los insignes progresns del P. Fr. Serafín de León en todos aquellos reinos y provincias de Sierra Leona. No serían muy pocos los frutos que el mismo P. Fr. Antonio conseguiría por su parte; de ellos y de su dichoso tránsito a la vida eterna trataremos en el siguiente capítulo, el cual sucedió después de escrita la carta sobredicha el año 1650 y antes del de 1655, como se infiere de la que pondremos adelante del P. Fr. Serafín de León. Pero, aunque ignoramos el día y año en que murió este siervo de Dios (88), con todo se conservan hasta hoy en aquellas partes singularísimas noticias de su rara virtud y ejemplo, aclamándole todos a una voz por varón santo, mila– groso y peregrino, títulos que desde entonces quedaron grabados en la memoria de los hombres y ha conservado firmemente hasta ahora la tradición de padres a hijos, como luego veremos. (87) Una copia de esta carta se encuentra en el ms. de la BN., tantas veces ci– tado, 3818, f. 33; fué sin duda la que utilizó el P. Anguiano, ya que algunas notas marginales son de él. No obstante, entre dicha copia y la que aquí transcribe, hay al– gunas variantes de poca importancia . También ha transcrito parte de esta carta en su obra Vida y virtudes del Capuchino español, 255-6. (88) Cfr. el capítulo siguiente y las notas allí puestas.