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J. Misiones capuchinas en las costas africanas. Varias fueron las misiones entre infieles que a los Capuchinos, tanto espa– ñoles como de otras nacionalidades, les fueron encomendadas en el transcurso del siglo XVII en las costas occidentales de Africa, y precisamente allí donde otros religiosos no habían puesto su planta o habían logradÓ muy escasos resultados. Una de las razones, entre otras, de la elección de tierras africanas para ejer– cer su ministerio y apostolado fué, a no dudarlo, sobre todo por lo que a los españoles se refiere, la de que en otras partes, por ejemplo, en Filipinas, Japón y América, no les era fácil la entrada, una vez que otras Ordenes religiosas habían ocupado aquellos puestos avanzados; y, concretamente, por lo que se refiere a América, porque el Consejo de Indias se oponía fuertemente a ello, quizás para prevenir y evitar roces y contiendas entre unos y otros misioneros. Ese fué también probablemente el motivo de que, habiéndose ofrecido a los Capuchinos españoles y castellanos una fundación en Lima, con su iglesia y capilla, dedicadas a Nuestra Señora del Socorro y levantadas por el Hno. Diego de las Casas, y habiendo sido además pedida dicha fundación por el virrey, arzobispo, cabildo y audiencia, en 1647, aceptada luego y aprobada por el P. Provincial de Castilla, Leandro de Murcia, no se llevara a efecto (1). Hubo que esperar algunos años para que, gracias a la poderosa intervención del V. Fr. Francisco de Pamplona, valiente soldado primero y más tarde fervo~ roso capuchino e intrépido misionero, se lograra la primera misión de los Capuchinos españoles en América, la del Darién, en 1647 (2). Consiguientemente, las primeras actividades misionales de los Capuchinos españoles hubieron de ser consagradas, de grado o por fuerza, a los habitantes (1) BUENAVENTURA DE CARROCERA, 0. F. M. CAP ., La Pro'l!incia de Frailes Me– nores Capuchinas de Castilla, I, Madrid, 1949, 166. (2) Ibid ., 165.
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