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MISIONES DE LA ZINGA, BENÍN, ARDA, GUINEA Y SIERRA LEONA 57 no lo mostraba, antes podemos decir de él lo que S. Agustín de Séneca, esto es: Colebat quod reprehendebat; agebat quod arguebat; adorabat quod cul– pabat, videlicet, propter mores civium legesque populorum (63). 13.-En la isla de Curazao se detuvieron doce días y en el ínterin se ejercitó el P. Fr. Carlos en confesar a algunos holandeses católicos que lo deseaban, por la falta que tenían de sacerdotes; fuéles su arribo de mucho consuelo y les socorrieron con lo que hubieron menester hasta Caracas, adonde desem– barcaron y residieron como seis meses. Al fin de ellos, en el año de 1661, hallándose ya allí los demás compañeros, se ofreció haber embarcación para España y se vinieron en ella los Padres Fr. Atanasia, de Salamanca y Fr. Carlos de Los Hinojosos para dar noticia a los superiores de lo sucedido en Arda. Formaron una relación de todo y se la entregó al Nuncio de Su Santidad, el cual la remitió a la Sacra Congregación. Fué el P. Fr. Carlos hombre de vida ejemplarísima en todas virtudes y, ya muy viejo, falleció en Toledo. Los demás religiosos se quedaron en la misión de Cumaná, que comenzaba entonces a dar frutos muy pingües. De ésta hablaremos en su propio lugar, y ahora pondremos fin a la presente, venerando los altos e incomprensibles juicios del Altísimo en sus disposiciones (64). 14.-Pues verdaderamente vemos que esta nación de Arda, con tan felices anuncios y principios, se queda en sus mismos errores, y otras, sin preceder tales avisos y luces de la verdad, a la primer palabra casi se rinden al suave yugo del Evangelio. De los unos podemos decir con David: Populus, quem non congnovi, servivit mihi; in auditu auris obedivit mihi; de los otros, por el contrario: Filii alieni mentiti sunt mihi, filii alieni inveterati sunt, et claudi– cave1'Unta semitis suis (65). Luz bastante tuvo el Tojonu cuando se redujo a enviar la embajada a España para solicitar ministros evangélicos, que a él y a los suyos los doctrinasen en la fe cristiana, pero prefiriendo sus miserables deleites y hechicerías a la salvación de su alma, se quedó a oscuras y en lugar de mejorarse, reduciéndose a la verdad él y los suyos, les sucedió lo que dijo (63) S. AUGUST., De Civitate Dei, lib. 6, cap. 10. (64) Como aquí afirma el P. Anguiano, los PP. Carlos y Atanasia se volvieron a fines de 1661 o principios de 1662 a España, formando luego la relación de que ya hemos hecho mención aquí y en la introducción , y qu e envió el Nuncio a Roma con su carta del 21 de junio de 1662 (APF, SA, v. 255, f . 81, y v. 250, ff. 371-76). Los otros, PP. Agustín de Villabáñez y José de Nájera con Fr. Cipriano de Ma– drid, se quedaron en la misión de Cumaná, dond e trabaj aban con ardoroso celo los Capuchinos aragoneses; después pasaron a la de Los Llanos, dond e estuvo sobre todo trabajando el P. Villabáñez; los otros debieron regresar a España, donde ya se en– contraba al menos el P. Nájera en 1672; a Fr. Cipriano de Madrid le encontramos luego formando parte de una de las expediciones a Sierra Leona en 1677 (Cfr. mi obra La Provincia de Frailes Menores Capuchinos de Castilla, o. c., pp. 219 ss. y 254 ss.). (65) Salmo 17, 45 y 46.
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