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fija su atención preferentemente en éstos: Ipsum esse purissimum - primum - símplicissimum. Un rápido análisis de los mismos nos puede atestiguar la im portancia capital que adquieren en la óptica bonaventuriana sobre el significado de la trascendencia de Dios. 1 IPSUM ESSE PURISSIMUM El pasaje del Exodo 3, 14 en el que Dios mismo revela a Moi sés su nombre —“Yo soy el que soy”—, desempeñó un papel de primera importancia en la especulación de los Santos Padres y pensadores cristianos del Medievo Era natural que, sin alcances exegéticos auténticamente críti cos, lo considerasen como el nombre divino que mejor expresaba la naturaleza de Dios, e intentasen razonarlo. 5. Buenaventura, siguiendo en esta misma línea tradicional, centra su atencion en dicha afirmacion biblica y pretende tambien justificarla racionalmente ¶ Comienza por reconocer que este nombre se lo ha dado a sí mismo Dios y que, por consiguiente, es el que con mayor precisión 5. Cfr. K. LE BACHELET, Dieu. (Sa nature d’aprés les Péres), en Dict. Théol. Cathol. 4, Paris 1911, 1023-1152; M. CH0ssAT, Dieu (Sa nature d’aprés les Scolastlques), en Ibid., 1152-1243; A. RoBLEs, Prioridad de la fe sobre la razón. Alrededor del argumento ctOlógiço, en Franc. $ (1966) 193ss; M. CAsULA, Lo sviluppo dell’idea di Dio come esse re perfettissimo ne ha filosofia medioevahe pretomistica, en Giorn. Metaf. 21 (1966) 325-343. 6. Prescindimos del problema exegético del texto bíblico; la ínter pretación tradicional del mismo ha sido totalmente superada por la exé gesis moderna. Al referirnos a la pretensión bonaventuriana de razonar el significado de dicho nombre, para nada queremos aludir al tema del constitutivo metafísico de la esencia divina, como intenta hacerlo F. de VENTosA, La metafísica del Bien en la TeoLaqía de San Bztenaventura, en Nat. Gracia 1 (1954) 23ss. Dicha tmática surge explícitamente en el pensamiento filosófico-teológico posterior (cfr. Ci. MIND0RFF, Duns Scotus on the Divine Will, en The Cat)iohic Fortniçthtlj Review (17 (1910) 680). Por esta razón creemos que todo estudio que se realice en torno a ella debe tener en cuenta esta limitación histórica de los autores. En el te ma presente no sólo han de tenerse en cuenta los diversos modos en que se ha formulado, como muy bien hace notar F. de Ventosa (pp. 24-25), sino también, y ante todo, si aparece intencionadamente tal problemá tica. Sólo así seremos fieles al pensamiento de 5. Buenaventura y no forzaremos sus textos haciéndoles responder a unas preguntas que, qui zá, no tienen sitio, no se formulan en su pensamiento. Es aquí donde creemos hay que buscar la razón de oscuridad del pensamiento bona venturiano en dicho tema. 6

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