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noble, lo de más valor, lo que se encuentre de perfección en las creaturas, debe atribuirse a Dios, siempre en consonancia con su potencia, sabiduría y bondad infinitas. En El se da a suprema y más absoluta perfección. Este senti miento de Dios que exige lo mejor y lo más noble, ocupa un puesto eminente en las obras bonaventurianas; continuamente queda rei terado y justificado en razón de la causalidad y trascendencia di vina, y constituye su máxima obsesión . ¿Por qué ha de atribuirse a Dios todo lo que de más noble pue da concebirse?: “Quia perfectissimus, omnia quae sunt perfectio nis attribuuntur” Pero, precisando aún más, anota que es necesario atribuírse lo en grado sumo: “in fine totius nobilitatis” . ¿Motivo? De nuevo entra en juego el concepto de ens nobilissimum; “quia Deus nobi lissimus est in fine totius nobilitatis” ‘. Mediante esta dialéctica de signo apofático-catafático de nues tras afirmaciones sobre el ser divino y sus perfecciones, S. Buena ventura intentará desarrollar un posible y real hablar humano so bre Dios que respete, al mismo tiempo, su absoluta trascendencia. Este modo de proceder, si bien no es completamente original de S. Buenaventura, adquiere en todas sus obras una importancia ca pital ‘. Pretende con ello presentarnos el significado de la trascen 12, a.un ., q.4 ad 1: 1, 226a; Ibid., d.19, p.i, a.un ., q.1, f.3 et ad 4: 1, 342a. 343b; Ibid., d.35, a.un ., q.2, f.2: 1, 605a; Ibid., d.37, p.2, a.1, q.2, f.4: 1, 654a; Ibid., d.38, a.1, q.2, f.2 et e: 1, 672a-b; Ibid., d.43, a.un ., q.2, Li: 1, 768a; Ibid., d.47, a.un ., q.l, L7: 1, $39a-b; II Sent., d.37, a.2, q.1 c:I, 870a; IV Sent., d.46, a.2, q.1 ad 12: IV-1, 963a; $cient. Chr., q.3, f.6: V, 12b; Myst. Trinit., q.2, a.i ad 9: y, 62b-63a; Red. art., n.20: y, 324b; Comm. $ap., c.16: VI, 216b; Annunt. 3. V. Mariae, sermo 3: IX, 668a. 53 Cf. P. M. B0RD0Y-T0RRENTs, Estudios bonaventurianos: Posición y providencialismo de la corriente filosófica franciscana, en Est. Franc. 52 (1951) 176. 54. II $ent., d.1, pl, a.1, q.2 ad 6: II, 24b. Cfr. Brevil. p.i, c.4: V, 212b. 55. 1 $ent. d.45, a.2, q.2, f.6: 1, 806a; cfr. Ibid., d.8, p.2, a.un ., q.1; f.3: 1, 165a; IV $ent., d.49, p.i, a.un ., q.6, opp. 3:IV-1, lOba; Myst. Tri nit. q.2 a.i, c:V, 61a; Ibid., q.3, a.l ad 3: V, Yib; Brevil., p.7, c.6: V, 287b; Comm. Ecci., c.8, q.1: VI, 66b. 56. II Sent., d.18, al, q.3 e: II, 442a; cfr. Myst. Trinit., q.3, a.b ad 3: y, 71b. 57. Este pensamiento sobre la exigencia de aplicar a DÍos lo más noble que pueda pensarse obedece a una postura clave y consecuente de la concepción común sobre Dios como “Id quo maius excogitan nequit”. De dicha tradición lo recoge S. Buenaventura, si bien adquiere en él un relieve especial. Así, es presupuesto, entre otros, por los textos citados 29
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