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tación y de expresión humanas que correspondan al carácter tras cendente e inmanente de Dios, dos aspectos irrenunciables de to do auténtico tratado humano sobre Dios. Desde la perspectiva humana, el tema de Dios lleva ínsita una tensión dialéctica interna, únicamente superable en una toma de conciencia de la infinita riqueza y simplicidad divinas, cuyo modo de coincidencia supera la capacidad intelectiva humana. Pensar y vivir humanamente a Dios es no eliminar esta dialéctica interna, aceptando con honradez intelectual todas sus consecuencias. S. Buenaventura es consciente de este hecho y, después de intentar penetrar intelectualmente hasta donde es posible a la mente hu mana, acepta el misterio de Dios como única actitud recta ante su trascendencia. 3. E! pensamiento bonaventuriano sobre la trascendencia e inmanencia de Dios entronca con una tradición filosófico - teológic ca bien definida, que culmina en él como en el último de sus mejo res exponentes: la corriente neoplatónico - agustiniana. Platón, Pb tino, Liber de Causis, Agustín, Pseudo - Dionisio, Anselmo, Victori nos, Alejandro de Hales... figuran entre las fuentes principales pre feridas por el Doctor Seráfico, acrisoladas por su genio particular y su vivencia franciscana de Dios. En su núcleo fundamental, dicho pensamiento se encuentra ya en su Comentario a ¡as Sentencias, como lo atestigua con claridad el estudio detenido que hemos hecho de los diversos textos. En sus obras posteriores, sobre todo a partir del Itinerario, aparecen pro fundizados algunos aspectos del mismo; pero siempre respetando la línea primitiva de su Comentario. Nuestro estudio da una nueva prueba de la importancia que adquiere este último, y nos permiti mos señalar particularmente los dubia, para una comprensión exac ta de su pensamiento. 4. El tema del que nos hemos ocupado en nuestro estudio su pone un argumento clave y perenne del espíritu humano, en su constante búsqueda de explicación plenamente satisfactoria de la realidad. S. Buenaventura pretende responder al mismo desde la sabiduría cristiana y desde su situación histórica, personal y cultu ral, concreta. Ambas condicionan, sin duda alguna, su respuesta y 287

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