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Hombre y Dios son dos temas que aparecen en el pensamien to bonaventuriano en constante y exigente interdependencia e in separables. Lo que no supone, en manera alguna, huída de su so lución, indefinidamente remitida. Lo exige su concepción de la sa biduría cristiana: “Nullus autem pervenit ad plenam notitiam Dei nisi per ve- ram notitam sui et rectam; nec recte se ipsum cognoscit qui suam veram nihilitatem non attendit. ..“ . Concluyendo, la creación entera, pero muy especialmente el hombre, proclama la presencia trascendente de Dios, ofreciendo al espíritu humano los motivos radicales de su posible proyección “consciente” hacia El: radical relatividad de toda creatura hacia Dios. natur ad finem... Et haec quidem generaliter dieta sunt de omni creatu ra, sive corporea, sive incorporea, síve ex utrisque composita, sicut est natu ra humana” (Brevil., p.2, c.1: y, 219b). “Nisi enim quis possit considerare de rebus, qualiter originantur, qualiter in finem reducuntur, et qualiter in eis refulget Deus; intelligentiam habere non potest” (Hexaem., coll.3, n.2: 343a). La ontología de la vanidad remite inexorablemente a Dios en una concepción plenamente resolvente. De igual modo que la creatura nece sita de Dios para realizarse esencial y existencialmente, exige a Dios pa ra su plena comprensión. $. Buenaventura no niega que, fenomenológi camente considerada la creatura, aparezca ésta independiente; se mueve en un plano absolutamente diverso de consideración. Por no tener esto en cuenta, se han hecho las más extrañas afirmaciones sobre la concep ción bonaventuriana del intellectus resolveng (vgr. G. S0LERI, La contui zione di Dio in 5. Bonaventura, en Aquinas 2 (1959) 323-353 lnterpreta el pensamiento bonaventuriano en el plano “empírico-psicológico”, en el que, ciertamente, es incomprensible la actitud bonaventuriana). El mis mo Gilson, interpretando la iluminación bonaventuríana, parece inclinar- se a favor de un sentido psicológico: de certeza, olvidando este otro as pecto que, creemos, es el fundamental (cfr. op. cit., pp. 309ss). Desde él toma sentido la afirmación de 5. Buenaventura: “si per multos annos viveres, adhuc naturam unius festucae, seu muscae, seu minimae crea turae de mundo ad plenum cognoscere non valeres” (Regno Dei, n. 7: V, 541a). Frase que, interpretada de otra forma, resultaría enormemente des mesurada, como en Gilson (Ibid., p.10). El intellectus resolvens cobra, desde aquí, su más neto significado de “función” últimamente reductiva de la realidad finita en una metafísica de la trascendencia divina. En es ta línea se sitúa H. Duméry al traducir el famoso texto del Itinerario, e. 3,, n. 3 de esta forma: “D’oü il suit que notre inteiligence sauraft fonder adéquatement la connaissance d’aucun étre créé sans jouir de l’idée de l’Etre trés pur...” (Op. cit., p. 65). En esta orientación, cfr. L. de MERcIN, Notes sur le probiéme de ‘étre selon Saínt Boizaventure, en Étud. Franc. 11 (1961) 2-16: M.B. PÉTEvL, Connaissance de l’étre, connaissanse de Dieu, en Étud. Franc. 20 (1970) 9-19. Para el tema de la comprensión del hombre “desde Dios”, cfr. R. GUARDINI, Nur wer Gott kennt, kennt den Menschen (Vortrag zu Beginn der Arbeltstagung des 75. Kathollkentages In Berlin) Würzburg 1953. 55. Perf. evang., q.1 e: y, 120b. Cfr. F. H0HMANN, Bonaventura uná das existen2íelle Sein des Menschen, Würzburg 1935. 264

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