BCCCAP00000000000000000000225
En su significado más neto, el espíritu humano lleva constitu cionalmente esta referencia hacia Dios. Sin ésta, no puede ser ni comprenderse a sí mismo como ¡magen: consiste en esa relación fundamental a Dios 48 Según esto, no puede hablarse propiamente de parcelas más o menos reveladoras de la presencia de Dios en el espíritu huma no: es todo él, en cuanto espíritu (y no sólo en cuanto dotado de capacidad intelectiva), el que proclama exigitivamente la presen cia trascendente de Dios. Y todo él el que se facilita a sí mismo la posibilidad de un encuentro constante con Aquél, de quien es ima gen. El espíritu humano es, por tanto, una constante incitación a la Transcendencia, hacia la que es llamado connaturalmente des de lo más profundo de él mismo. S. Buenaventura nos lo indica claramente en un texto clave para la interpretación de su pensamiento: “Est enim certum ípsi comprehendenti, quia cognitio huius ven innata est menti rationali, in quantum tenet ratíonem imaginis, ratione cuius insertus est sibi naturalis appeti tus et notitia et memoria illius, ad cuius imaginem facta est, in quem naturaliter tendit, ut in illo possit beatifican” . La actitud bonaventuriana ante el problema de la posibilidad de una teología natural es radicalmente totalizante. En su consideración es el espíritu (inteligencia, voluntad, sen timientos, etc...) el que proyecta hacia Dios y el que, al mismo tiempo, ofrece los motivos principales de la inferencia de Dios en él mismo. Su dinamismo espiritual proyecta radicalmente hacia El, hacia el que es connaturalmente llevado. Creemos que desde esta perspectiva debe interpretarse el pen samiento bonaventuriano en torno al famoso problema del inna tismo de la idea de Dios. La fórmula bonaventuriana tiene un sen tido “existencial” más explícito que la anselmiana. No se trata, pro piamente, de idea de Dios, sino de presencia de la realidad divina 48. “. . .qula Imago est essentlalis dependentla et relatlo” (Hexaem., olL1O, n.7: y, 378a). Cfr. 1 $ent., d.31, p.2, a.1, q.1 c: 1, 540b: II $ent., d.16, a.1, q.2: II, 396a-398b; Hexaem., coll.1, n.26: Y, 333b; Ibid., colL2, n.27: Y, 340b. 49. Myst. Trinit., q.1, a.1 c: y, 49a. 261
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz