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de integrar esas exigencias actuales en una verdadera antropolo gía. Pero también aquí sabe detenerse a tiempo. Los puntos de vista modernos, en los temas aludidos, son tan diferentes que el contacto entre ellos y el pensamiento, medieval- mente teocéntrico, de 5. Buenaventura, apenas existe. A lo sumo se podría decir que e! Santo medieval —como por lo demás todo pen sador cristiano— no es contrario a ninguna exigencia nueva en fa vor de la dignidad y de la justa libertad del hombre y que bajo es te aspecto existen, en el Doctor Seráfico, insinuaciones de algo pa recido a eso que los humanismos radicales de hoy propugnan. Pe ro la antropología teocéntrica de 5. Buenavenutra es una cosa y el humanismo autónomo (ateo) de hoy es otra. Históricamente, no pueden re/a cionarse sin extrapolar las cosas y cometer un evidente anacronismo. En definitiva, a pesar de su juvenil apertura y flexible comprensión, ésta es también la convicción del P. Castillo, mani festada no sólo en un lugar, sino en el desarrollo de todo su estu dio. Es decir, que el P. Castillo ha entendido a 5. Buenaventura, sobre todo como hijo de su tiempo, como la flor de la época me dieval y la más alta cima del franciscanismo. El gran tesoro de perennidad, que aquel pensamiento encierra, jamás perecerá y Casti llo lo ha visto resurgir en algunas modalidades legítimas de la re flexión moderna. Pero, después de todo, 5. Buenaventura, tal como era, es lo que importa. Eso es, en última instancia, lo que atrae al hombre de hoy y lo que puede ejercer en él un saludable influjo. NEMESIO GONZALEZ-CAMINERO, S. 1. Profesor de la Universidad Gregoriana. Roma. xv

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