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Se trata, más bien, de una interpretación de las relaciones ver ticales, de expresión, entre finito e Infinito, presentada desde una dialéctica de la participación. Dichas relaciones no vienen interpretadas mediante categorías de causalidad eficiente, sino, principalmente, mediante categorías de causalidad formal-ejemplar, en correspondencia a la trayectoria platónico-agustiniana de su pensamiento. En estas categorías, las ideas ejemplares desempeñan una función mediadora trascendental, haciendo de ellas la considera ción propia del verdadero metafísico. Sobre ellas disintieron los fi lósofos y su negación significa, en el sentir de 5. Buenaventura, la degeneración “a. Con todo ello pretende poner de relieve una preocupación constante: la trascendencia divina (su absoluta independencia y la radical dependencia de la creatura respecto de Dios). Por este motivo, toda verdad, ontológica y gnoseológicamente noética. Puesto que ha hecho de Dios el objeto fundamentalmente pri mario de su consideración metafísica de la realidad, el estudio de las restantes realidades lo efectuará desde arriba. Nuestra metafísica —y en consecuencia nuestra noétlca— cuanto más participe, imite el modo de ser y de actuar divino, tanto más perfecta será. Aparece de esta forma el dominio de la metafísica sobre la psicología y la noética: “...rédulre, ou presque, sa slgnification á la seule théorie de l’llluminatlon, c’est en méconnaItre la véritable portée” (J.M. BIssEN, op. cit., p.5); y la ilu minación como parte integrante de la teoría de la participación (cfr. C. BERuBE, Philosophie et sagesse, pp. 297-298. Para mayor profundizaclón en esto, cfr. J. M. BIssEN, op. cit., pp. 245- 271 (significacIón histórica del ejemplarismo intelectual de 5. Buenaven tura); N. PIcARD, Gnoseologia bonaventuriana?, en Anton. 18 (1943) 217- 244; E. GILs0N, op. cit., pp. 274-324; F. G. SANcHEz-MARIN, La razón del en tender segzln San Buenaventura, en Verá. Vida 11 (1953) 213-226; G. $CUELTENS, Una metaftsica de la verdad [5. Buenaventura), en Verá. Vi da 18 (1960) 233-382. Para el tema del ejemplarismo moral, cfr. J. M. BI SSEN, op. cit., pp. 272-289; E. GILSON, op. cit., pp. 325-346; M. OR0MI, op. cit., pp. 114—134. 119. Para la interpretación de las relaciones efempares entre Dios y la creatura en el orden de la causalidad formal, cfr. Tract. transe., a.;, q.1 ad 3.4: Ed. Halcour, p. 66; Ibid., a.2, q.2 c: p. 94. Sobre el valor trascendental que las id.as ejemp’ares adquieren en su pensamiento sobre la sabiduríci cristiana, cfr. Scient. Chr., q.4 ad 19: y, 26a; q.5 e: y, 29b-30a; Cliristus maq., n.18: y, 572a; Hexaem., coil. 1, n. 13: V, 33 ib, etc. Según la distinta actitud frente a ellas calificará a los pensadores entre los scientes o sapientes, cuyos máximos representantes, respectivamente, son Aristóteles y Platón; cfr. II Sent., d.1, p.i a.1, q.1, ad 3 et 4: II, 17b; Hexaem. coil. 6, n. 2: y, 360b-361a. Sobre el significado de la negación de dichas ideas, cfr. Hexaem., coll. 5, n. 21: y, 357a; Donis, coll.8, n.16: V,497b, en donde se pronuncia con una fuerte dureza contra sus negadores. 143

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