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Creemos que desde esta perspectiva debe interpretarse e ejemplarismo bonaventuriano. En última instancia, el ejemplaris mo no se propone como una respuesta, más o menos aceptable, al problema noético humano que, por otra parte, pueda reducirse, co mo con frecuencia se hace, al tema celebérrimo de la ilumina ción 118 (Sancto Domin., n. 1 IX, 563a). Cfr. J. M. BIssEN, op. cit., pp. 158-161, 175-187; E. GILSON, op. cit., pp. 217-235; G.H. TAvARD, The LigJt of God in the Theology of St. Bonaventur, en East. Church. Quarterlj $ (1950) 407-417; V. Ch. BIGI, La dottrin della luce in $. Bonaventura, en Divus ThOmas 64 (1961) 395-422 (algunas de sus afirmaciones fundamentales no parecen muy aceptables); M. TREvIJAN0, De doctrina lucis ipUd 5. Bonaventuram, en Script. Victor. 8 (1961) 143-169. Sólo la luz por esencia puede garantizar la estabilidad e infalibilidad de nuestras certezas: “Ra tio autem intelligendi est, quia certificantur per lpsum intelligentiae su per transmutabffltatem naturae... $ecundum quod est ratio intelligendi, lntrat lii animam ut sol intelligentiae. Iste sol, qui omnes illuminat...” (Donis, coll.8, n.15: U, 497 a-b). “...hae autem similitudines sive rationes aeternae sunt, a quibus manat omnis certitudo cognitionis creatae, tam in anima Christi quam lii allis spirltibus creatis” ($cient. Chr., q.7 In fi ne: U, 42b). Cfr. Itin., c.2, n.9: y, 302a; c.3, n.3: y, 304a-b; Ase. Dom.. sermo 1: IX, 315b; Sancto Domin., n.1: IX, 563b-564a. 5. Buenaventura, ya en un clima netamente teológico, tratará de fundamentar esta doctri na en los SS. Padres y Sda. Escritura, presentando a Cristo como Luz que Ilumina a todo hombre y a su magisterio como el único capaz de dar es ta seguridad al conocimiento humano, presentado como participación de la Sabiduría divina y, más en concreto, como participación de la cien cia de Cristo (Cfr. Scient., Chr., q.4: y, 17a-27b; Itin., c.3, n.3: y, 304b; Heaem. coll. 1, nn. 10.13: U, 332b-331a. 331b; coll. 3. nn. 2-4.19: V, 343a-b. 344b-345a; coll. 12, n. 5: V, 385a-b; Stmo. Corp. Chr., n. 31: V, 563a-b; Christus mag., nn. 1.6-7. 9-10: V, 567a-56$a. 56$b-569a. 569a-570a; Dom. 1 Adv., sermo 14: IX, 38a; $ancto Domin., nn. 1-2: IX, 562a-565b. Para una recta interpretación de esta temática, cfr. J. M. BIssEN, op. cit., pp. 101- 151; C. BERuBE, De la philosophie ü la sagesse, pp. 292-307. 118. Resulta anacrónico interpretar el ejemplarísmo bonaventuria no (¡ que, por lo demás, se le suele reducir a la teoría de la ilumínación!) desde una crítica del conocimiento humano tal como viene entendida en la filosofía moderna. Quizá haya contribuido a esta interpretación la re lativa falta de claridad de 5. Buenaventura al exponer el tema de la participación de toda verdad creada respecto a la Verdad increada y ar gumentar desde las dos condiciones de todo auténtico conocimiento: “ex parte sclbilis immutabilitas et Infallibilitas ex parte scientis”, particular mente tal como lo hace en las Cuestiones sobre la ciencia de Cristo (q.4 c: V, 23b; cfr. Christus mag., nn. 6-9: U, 568b-569a-9, etc.); sin distinguir netamente el hecho del porqué último... “Ni saint Augustin nl le Doc teur Séraphique n’ont en - semble-t-fl - l’intention de nous donner une théorle de la connaissance dans le sens strict du mot, mais plutót celle de montrer le régne universel de la Venté premiére et la dépendance de la vérité créé á l’égard de celle-lá” (J.M. BIssEN, op. cit., p. 177). Se trata, más bien, de una metafísica de la verdad en la que, ante todo, se preten de resaltar la absoluta trascendencia de Dios, Verdad por esencia, y la dependencia radical de toda verdad creada respecto de Aquélla, por par ticipación. En la base de toda esta concepción existe una metafísica de la trascendencia divina, traducida en concreto en una metafísica de la par ticipación, en la que se transparenta la primacía ontológica sobre la 142
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