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sición toda clase de divagaciones extemporáneas y cualquier ex cursus tentador a cuestiones, quizás en sí interesantes, pero, en de finitiva, ajenas a la suya. Con lo cual, además de las cualidades apuntadas, ha logrado que resalte también en su obra la belleza intelectual de un estudio armoniosamente ordenado, tanto en el plan general como en cada una de sus partes. La arquitectura de su estudio es obvia y sencilla, cual es la que requiere un trabajo de índole científica y filosófica. La 7a parte tra ta de (a trascendencia de Dios, la 2.1 de la inmanencia, la 3. de ¡a relación entre ambas. Pero dentro de cada capítulo, y aun de cada artículo, se hace visible una clara división de las ideas, propia de quien domina con seguridad todo el horizonte y se dirige sin ro deos adonde se ha propuesto ir. La mayor parte de la obra la consume el trabajo analítico, que, por una parte, es profundo y, por otra, completo. Es profundo, por que el autor ha desentrañado ¡os textos a base de largas y deteni das reflexiones; es completo, porque, gracias al extenso conoci miento que el mismo autor tiene de 5. Buenaventura, está en grado de poder comparar las diversas expresiones acerca de un mismo tema, —formuladas acá y allá en los muchos escritos del Doctor Seráfico— y recoger así, unitariamente, el polivalente significado de las mismas. Tal vez, en algunas ocasiones, el análisis es excesivamente prolongado y mínucioso (no ciertamente, para los entendidos), pero en general, el autor demuestra una justa sobriedad y una responsa ble conciencia de la mesura. Por otra parte, aunque prevalezca el análisis, la indispensable síntesis —requerida en toda investigación— no falta nunca. El autor la va haciendo una y otra vez al fin de cada cuestión y de cada par te principal; en el último capítulo se ofrece, además, un resumen general y un balance conclusivo de la discusión y de los resultados. El lector no se ve desprovisto nunca de una suficiente orientación Tal vez hay páginas en que uno comíenza a tener la impresión de haber perdido el rumbo, pero, aun en estos casos, el autor parece que lo advierte a tiempo y, deteniendo la marcha, se pone de nuevo a aclarar las cosas, indicando en qué punto se halla el discurso y a dónde se dirige. Los puntos de más alto valor científico en la investigación del P. Castillo son aquellos, que, al mismo tiempo, constituyen el eje del pensamiento bonaventuriano. Así, la communis animi per ceptio, mediante la cual todo hombre tiene noticia de Dios y le po XIII

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