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P. Castillo había ya leído entonces, por completo, a 5. Buenaventu ra y tenía más que suficiente información de la mejor bibliografía internacional, concerniente al tema. El número de fichas que tras portó a Salamanca era imponente. En su nueva residencia no ten dría, pues, más que estudiar e! material recogido y dar forma lite- ¡aria a la investigación. Es verdad que Salamanca no es Roma. Allí no tendría a mano la biblioteca del Colegio internacional de San Lorenzo ni el adjunto “Instituto de Estudios franciscanos” con medievalistas tan presti giósos como Servus Gieben y Camilo Bérubé. Pero Castillo supo re mediar la desventaja haciendo que su obíigada ausencia de la Ur be no fuese total. Apenas le dejaban libre sus compromisos esco lares, volvía de nuevo a Roma y, aunque su permanencia no fuese larga, era lo suficiente para ponerse al día en íos asuntos biblid gráficos y discutir con los expertos los problemas de su investiga ción. Realizado así el estudio, después de tantos años de reflexiónl y de concienzuda entrega, no es extraño que haya podido presen tar al fin una obra, en muchos aspectos, magistral. En el estudio bonaventuriano del P. Castillo sobresale, a prime ra vista, el gran conocimiento que el autor tiene de su tema. Pocos habrá hoy que conozcan, tan exhaustivamente como él, todo lo es crito por 5. Buenaventura y todo (lo principal) escríto por otros so bre el mismo Santo. Esto se echa de ver en la exposición, pero ca si estaba por decir que se hace más patente en las notas, que son copiosísimas y, en puntos particulares, sumamente esclarecedoras. En las notas es donde el autor alude a los temas que costean el suyo y que, indirectamente o por contraste, le iluminan. En ellas, asimismo, con fronta su opinión con la de otros especialistas, pro cediendo siempre con modestia, pero también con seguridad y bue nas razones. Por otra parte, la abundante bibliografía que en ellas cita refrenda la seriedad y solvencia con que se ha dedicado a su obra. No es una bibliografía de mero ornamento pseudocien tífico, sino una bibliografía asimilada y utilizada, unas veces discutida a tondo y, otras, empleada como refuerzo de sus conclusiones. El amplio saber, demostrado de una manera especial en las notas, no ha inducido, sin embargo, a Castillo a meter en el cuerpo de la exposición todos sus conocimientos bonaventurianos. Más que hacer alarde de su erudición ha pretendido siempre explicar su tema. Desde el principio acotó e! argumento con toda precisión y dentro de esos límites, con sabia renuncia intelectual, se ha man tenido a lo largo de todo e! trabajo. Ha excluido, pues, de la expo XII
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