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xima importancia su concepción sobre el saber metafísico plena mente reductivo, que, si bien enlaza con su concepción de la rea lidad, está presuponiendo también un concepto verdaderamente trascendente de Dios. Hemos visto el puesto que ocupa dicho concepto de Dios en su matafísica y la actitud auténticamente humana de piedad a El debida. Asimismo, hemos acentuado la antítesis presentada en es ta obra entre el ser de Dios y el de toda creatura y, particularmen te, el significado especial que adquiere en orden a la trascenden cia divina su fórmula del “ens ex se, secundum se et propter se” . Está presuponiendo la consideración de la realidad divina des de su más absoluta trascendencia, en razón de la única triforme causalidad aplicable a Dios’°, y cuya negación, al menos parcial, ha significado la máxima degeneración de la metafísica y la causa de los errores que trata de desenmascarar en sus Conferencias so bre el Hexaémeron ‘. Hemos analizado rápidamente la relación existente entre su concepción metafísica y la trascendencia divina en sus escritos. Desde esta orientación puede quedar también satisfactoria mente explicada y justificada la insistencia bonaventuriana en la trascendencia divina. El proceso metafísico plenamente reductivo 39. Esta fórmula viene expresada distintamente en otros textos de las mismas Conferencias sobre el Hexaémeron. Así en la coll.4: “ex Ip so, per ipsum et in ipso” (Hexaem., coll.4, n.3: y, 349b); y en la coll.5: “a se, secundum se et propter se”, oponiéndola al “ab alio, secundum allud et propter aliud” (Ibid., colL5, n.29: V, 359a). 40. “...Deus enlm habet rationem triformis causae: originantis, exemplantis, finientis, nec potest esse pluribus modis.. .“ (Ibid., coll.16, n.9: y, 404b); cfr. Ibid., coIl.6, n.1: V, 360b. 41. Ibid,. coll.5, n.21: y, 357a. 5. Buenaventura enuncla los princi pales errores y cree que la causa última de los mismos radica en el olvi do de la causalidad ejemplar: Ibid., coll.6, nn.2-5: y, 360b-361b; coll.7, nn.1.2: y, 365a-b. En el resto de sus escritos el tema que venimos exa minando ocupa también un puesto fundamental. A él alude constante mente y en la dirección que hemos anotado. Como prueba, y siguiendo el orden seguido en nuestro trabajo, bastan algunos ejemplos en rela ción a la fórmula empleada, a su triple causalidad y a su obrar divino. 1.- Emplea la fórmula, si bien en algunas ocasiones modificada: cfr. Peri. evang., q.4, a.1 ad 9: V, 183a; De stmo. Corp. Clir. n.31: V, 563a; Comm. Le.: c.17, n.20: VII, 432b; $olil., prol., n.l: VIII, ‘29b; Sermo de Trinit.: IX, 352a; Annunt. 3.V. Mariae, sermo 3: IX, 668b; 2.- Bajo la razón de triple cgusalidad: Scient. Ch,r. q.2, f.8: V,7a; Red. art., n.4: V, 320a; Decem praec., coll.2, n.4: y, 511b. 3. En su obrar: Regno Dei, n.43: y, 551b-252a; Comrn. Lc., n.34: VII, 436b. 113
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