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ma simplicidad divina. En Dios, simplicísimo, quedan reducidos todos aquellos elementos, como hacia su término quietativo . Esta idea de la simplicidad divina, como fuerza de unificación de los seres, adquiere un significado profundo a la hora de rela cionar la trascendencia de Dios con su inmanencia en las creatu ras. La simplicidad, afirmada como característica exclusiva de Dios, es preciso interpretarla desde esta triple condición que hemos exa minado. En la concepción bonaventuriana, la simplicidad presupo ne, por tanto, unos caracteres muy particulares, a cuya luz debe in terpretarse cuanto con ella se relacione. En La base está siempre el concepto de Dios como ens nobilissimum y supone, por otra parte, tres elementos fundamentales: unidad interna (absoluta en perfec- ción y consiguiente negación de composición), absoluta indepen dencia respecto de otros seres y dependencia reductiva de éstos respecto de El. lodos estos elementos entran a clarificar el concepto bonaven turiano de la simplicidad divina y, en consecuencia, de su trascen dencia. Así afirmada, aparece como la más expresiva traducción de la grandeza divina. No debe extrañarnos, por tanto, que la considere como privilegio de Dios y razón de su absoluta superioridad, de su trascendencia sobre cualquier otra realidad, lógica o metafisíca mente considerada: “Deo non est superius, quia non est simpli cius” . Esta afirmación, hecha por S. Buenaventura en relación a la trascendencia en el aspecto lógico, puede servir de siogan bona 76. “Si consideramus modos divinarum conditionum, divinum esse, eo ipso quo est primum, est simpllcissimum. Nam eo ipso quo est primum, omnia ab ipso fluunt, et eo ipso quo fiuunt ab ipso, ad ipsum recurrunt et reducuntur tanquam ad finem ultimum; et ex hoc habet quod slt al pha et omega, primus et novisslmus, principium et finis. Quia ergo haec, quae maxime vídentur distantia, concurrunt in omnimode unum; neces se est ípsum divinum esse perfectissimum, quasi quandam inteligibilem circulum; necesse est etiam, esse simpllcissimum” (Myst. Trinit., q.3, a. 1 e: y, 70a-b); cfr. Ibid., q.2, a.1 c: y, Olb. De nuevo anotamos la Impor tancia que adquiere el concepto de Dios como “id quo maius. . .“ en esta misma prueba de la simplicidad por la primidad: “Omne primum est simplicissimum, quia quanto aliquid prius, tanto simplicius; sed Deus est primum in genere entium, eo quod nec est nec esse potest nec cogitan pnius: ergo est ita simplex, quod ipso nihul simplicius esse potest vel co gitani: ergo est simplicissimum” (1 Sent., d.$, p.2, a. un., q.1, f.1: 1 165a). 77. 1 Sent. d.8, p.2, a. un., q.4 ad 2: 1, 173b. 91
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