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La simplicidad es otro de los conceptos más ricos y, sin duda alguna, el de más perspectivas en nuestro intento de acercarnos al significado de la trascendencia divina. Hasta tal punto queda revalorizado el concepto de aquélla en el pensamiento bonaventuriano en relación a la trascendencia di vina que Krizovljan no duda en darle la preeminencia entre los de más atributos y en afirmar ser el que de modo más perfecto expre sa la trascendencia de Dios. De dicho concepto se puede deducir la teología natural bonaventuriana Los textos claves donde aparece intencionadamente examina- da esta característica de Dios son: Comentario a las Senten cias , Cuestiones disputadas sobre el misterio de la Trini dad y Conferencias sobre el Hexaémeron En el Comentario a las Sentencias, al tratar de las propiedades esenciales divinas, señala entre ellas la simplicidad, dedicándole dos cuestiones. Pertenece también a este tema la cuestión cuarta, en la que se aclaran algunos puntos sobre aquélla, y que puede considerarse como corolario. No deja de reconocer que, si bien es más importante la simplicidad, Pedro Lombardo trata antes de la inmutabilidad, por corresponder mejor a nuestro modo actual de conocer, que procede de lo posterior a lo anterior 43. “Simplicitas est primus et maxime eminens ínter Dei attributa; illa trascendentiam Dei modo magis perfecto et adaequato exprimit. Ip sa sola per se melius omnes Dei perfectiones comprehendit, immo ipsa perfectionibus divinum essendi modum tribuit, et quaelibet perfectio tune demum gradum perfectionis divinae consequitur, quando simplicita te divina extra omne genus elevatur. Ex simplicitate principio tota theo logia naturalis bonaventuriana deducitur, et propter 111am Bonaventura saepe et fortiter transcendentiam Dei inculcat...” (P1iilosoj, h.ia S. Bona venturae (Ad usum privatum) Romae 1956, p.94). En el análisis de la simplicidad divina la referencia al aspecto filosófico es clara: “Tale au tem est Deus etiam secundum philosophos, qui posuerunt Deum simplí cissimum” (II $ent., d.l, p.l, a.l, q.2 ad 6: II, 24a). 44. 1 Sent., d.8, p.2, a. un., qqJ-2: 1, 164a-169b. 45. Myst. Trinit., q.3: y, 68a-78b. 46. Hexaem., coil. 5, nn. 28.29.30.31.32: V, 358b-359b; Ibid., coll. 10, nn. 15J7: V, 379a. Cfr. II Sent., d.3, p.1, aJ, q.l: II, 89a-91b; Ibid., d.18, a.l, q.3 e: II, 442a; III $ent., d.14, a.1, q.2 e: III, 301a; Søient. Chr., q.6 ad 13: V, 36b; Brevil., c.3: V, 211b; Ibid., c.4: y, 212b; Itin., c.3, n.3: y, 302a; Ibid., c.5, nn. 5.6.7.8: V, 309a-310a, y otros textos que se citan en el desarrollo de este tema. 47. “Potest tamen aliter dici et melius quod est prius et notius no bis, et prius simpliciter; et quia simplicitas est maxime nobis occulta propter hoc, quod simplex, in quantum simplex, habet rationem principii, et nos venimus a cognitione posterioris in cognitionem prioris: ideo prius agit de immutabilitate quam simpllcitate” (1 $ent., d8, p.2, a. un., dub.1 resp.: 1, 174a-b). 80

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