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Estas y otras cualidades que irán apareciendo a lo largo de nuestro trabajo de campo, manifiestan los altos valores antropológicos de este pueblo. No cs extraño se haya podido con toda justicia, escribir sobre ellos: «El pueblo barí es una comunidad sana. En la panorámica na cional es ci grupo humano más completo y perfecto» . Por lo que se refiere a su configuración somática se han verificado estudios pormenorizados desde su último contacto pacífico con ellos. A ellos nos remitimos para mayores detalles Todos estos estudios resaltan las diferencias considerables con los caribe, particularmente con sus vecinos más inmediatos, los yukpa. El barí presenta, por lo general, unos rasgos mongoloides bien proporcionados en su configuración somática. Su altura media fluctúa entre 1,60-1,65 en los hombres y 1,50-1,60 en las mujeres 40 Presentan unos rasgos expresivos y dignos en todo su cuerpo: bue na musculatura; braquicéfalos, cara color trigueño, castaño oscuro, bronceado. Frente ligeramente combada, pómulos algo salientes; pelo menos digna de notar la especialidad de no comer el caimán ni de sus huevos, cuando para toda calidad de Indios es una vianda de tanta estimación y aprecio» (5. J. Guiu.Ér’, o. c., 276-277). Esto mismo hay que decir respecto al fumar. Los barí son una excepción entre los indígenas de su entorno, por lo que ha. maron también la atención de los que contactaron con ellos en 1960. «No fuman; creemos que tampoco se emborrachan; en el bohío no vimos otra bebida fuera del agua» (A. de VILLAaAÑÁN, Primeros días 325). Esta mis ma apreciación la encontramos en A. de ALcÁcER, En la Sierra de tos Moti lones..., 60. 38. A. SEruN PEÑA, Los motilones de ayer y de hoy, en Ven.Mis. 33 (1971) 306. Motivo por el que se ha podido escribir de los barí: «Es una raza interesante y que tiene grandes valores; es una riqueza antropológica para Colombia y Venezuela que deben ayudarlos, protegerlos de la ambición de tantos, estimularlos a elevar su nivel de vida, sin permitir que nadie, bajo ningún pretexto destruya esa raza y esos valores» (M. GoNzÁLEz C. a. c., 371). Cf. J. MoNToYA SÁNcHEz, a. c., 45. Ya en el Documento de Santa Fe del 5 de julio de 1783 se afirmaba: «Los tales indios —refiriéndose a los llama dos motilones— son los más prácticos e inteligentes de aquellos territorios» (ch. por A. de ALcÁcER, El indio motilón..., 214); P. J., Así son tos moti lones..., 60. Un estudio detallado de todo este mundo puede verse en G. P0RTELA BA RRIOS, Los Barí. Un modelo ético en la selva, Instituto de Ciencias Morales, Universidad de Comillas, Madrid 1991. 39. Pueden consultarse las obras citadas en la nota 29 de Borjas, Villa mañán, Alcácer, Pons - Otros, D’Empaire, Lizarralde, M. González C., J. Mon toya Sánchez. 40. Hemos recogido aquí la opinión de A. R. PoNs - OTRoS, a. c., 19, ba sada en la verificación «in situ» en los primeros años de su contacto pacífico definitivo. Opinión con la que. prácticamente, concuerdan cuantos han con tactado con los barí. A. B0RJA5 ROMiRO, a. c., 316, propone como media re gular entre 1,70 a 1,75, lo que no consideramos sea exacto. 45

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