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Sabaséba le dijo: «Eso os lo había dicho antes. De lo primero que habéis recogido, de las ramas secas. Por favor, quemad un poquito». Sabaséba se puso a escoger las ramas mejores, para que se calmasen las lluvias. Comenzaron a cortar: «tran, tran. . . ». Ahora sí que los barí empezaron a alegrarse de nuevo, porque se ha alejado la lluvia. Los hijos fueron dentro del mar a echar los pescados. Sabasba les dijo: «Ahora sí podéis hacer vuestros trabajos tran quilos. Ahora ya no podrá llover más». Kokébadóu les mandó a los hijos: «Id a acudir a los pescados». Y Ñandóu se sentaba en su ce rrito, quedaba mirando hacia el mar, sonriendo, a la espera de Sa baséba, admirado de lo inteligentes que eran los hijos de Kokébadóu. De nuevo Sabasba les dijo: «Os voy a encargar de quemar, echar los pescados». Esto lo hizo para que no muriéramos de frío los han y no nos entristeciésemos los barí, por ríos tan crecidos, por no ha berse quemado las ramas. Empezó Kokébadóu a quemar con fuego suficiente, cuanto estaba lloviendo y también estaba presente Sabaséba. Le dijo a ellos: «Si veis un poquito bajos los ríos, os encargaréis de quemar un poquito las ramas». Kokébadóu dijo a los hijos: «Andad y oíd los mensajes de los barí y traed algunas ramas florecientes». Con estas ramas llueve mucho. Los hijos de Kokébadóu llevan nue vamente las ramas. A Sabaséba le transmitieron los mensajes de los barí: «Dicen que está lloviendo mucho. Que se encargue de quemarlo de nuevo para que les aleje las lluvias». «Sigue dando ejemplo a tus hijos —le dice Sabaséba a Kokéba dóu—, para que no se queden sin echar los pescados, porque no su birían hacia los barí». Les dice: «Pasó algo raro)), le comunicó Sa basaba a Nandóu. «Acaba de pasar algo parecido a animal de río». Es caimán. Kokébadóu dijo a los hijos: «Como venía siendo el mensaje de Sabasba, nos hemos quedado memorizados del consejo de Sabasi ba. Bien. Vamos a aprender nosotros mismos porque ya se marchó Sabasba a sus oficios, mientras tanto nos quedaremos desayunando». Ellos mismos quedaron mirando hacia la base —fondo— del agua. Les dijo Sabasba a Kokébadóu y sus hijos: «Ya basta; descan sad. Procurad tratar de que haya acuerdo entre vosotros mismos. Pues yo me iré junto a Ñandóu». Dijo, entonces, Kokébadóu: «Ahora des canso en el chinchorro»; y quedó pensando en lo que Sabaséba le había dicho. Antes de marcharse, Ñandóu le dijo a Kokébadóu: «Ya nos vamos». Y se fueron. 336

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