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encargados por Sabasba para castigar a ios barí que no cumplían con la prohibición de juntarse con ios «Sadóyi», como ya hemos indi cado, fue precisamente Sebasba quien les encargó lanzarse contra los bohíos de los que no cumpliesen su norma. También se disgustan cuan do los Basunchimba (muertos) no respetan a las mujeres de los «Bid darí». Hablan, en tal circunstancia, con ellos y se ponen bravos 209, 1.3.6. El arco iris (“Bikogdó”) También este fenómeno de la naturaleza, que se produce a conti nuación de las tormentas, origina la admiración de los barí. Y es con siderado en su mitología como animado. El arco iris («Bikogdó») tuvo su origen mítico de la siguiente manera. Cierto día, un barí mató en la selva un oso grande («Logchfba»), llevándose consigo su sangre cua jada. De ésta nació una persona. Ambos se pintaron de achote de distintos colores y marcharon al cielo con rapidez en alas del viento. Desde allí arriba observan el mo vimiento de los ríos, viendo a los «Taibabióyi» (personas que habitan en el agua de los ríos) y, cuando sienten hambre, se lanzan sobre los niños de aquéllos para devorarlos y comer sus hígados. Los barí, sobre todo los Saimadoyi, solían cortarles con el machete en el río y, enton ces, les hacían pedazos a los «Bikogdó»; pero de nuevo se escondían y huían con presteza al cielo, donde habitan. Sebasba encargó a los barí antiguos que, bajo pena de muerte, las mujeres y los niños barí no los mirasen, como atestiguan los ancia nos haber visto morir a algunos que no cumplieron el precepto de Sa basaba. A los hombres, en cambio, junto con mujeres y niños les pro iibió les señalasen con el dedo, so pena de iued:írseles la mano para lizada y podrida 209. La interpretación que A. de VILLAMAÑÁN da de los «dibabá» (relám pagos) como «el excremento que dejan los biddarí, cuando caen a tierra» (Cos movisión..., 16) la creemos fuera de propósito. Efectivamente, cuando se les pregunta por su significado y funciones, los barí suelen señalar el recto, pero no en el sentido anotado por este autor, sino en el de señalarle gráficamente como si se tratase de una cabuya colgada en el mismo recto, como una espe cie de cola. Cuando dábamos aquella interpretación a nuestros informadores, no podían menos de reírse y responder: «Akabá»: de ninguna forma. 210. Sobre el origen de «Bikogdó» (arco iris) encontramos otra narración, algo diferente a la expuesta. Nos la relatan de la siguiente manera: «Un día, cuando Sabas&,a estaba todavía con los barí, uno de estos mató un oso grande en cacería. Pasaba por allí Sabasba que lo miró y vio cómo de su sangre revivía una persona. Y, entonces, le dijo: «Tú te convertirás en «Bikogdó” 227

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