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actual, en un intento de fundamentar la vida socio-cultural en todos sus elementos más representativos 198 Los mitos barí, como todo lenguaje que participe de esta caracte rística, no operan con una lógica de concatenación o sucesión temporal, cronológica, como si pretendiesen responder a problemas de tiempo y espacio (y. gr., en el origen del mundo). De ahí su aparente alogicidad, inherente a la forma propia de este lenguaje religioso, y que nos sor prende a nuestros modos racionales filosóficos de entender la vida en la narración de sus relatos. Los mitos barí, por el contrario, operan con una lógica interna que surge como respuesta inmediata ante cues tiones que preocupan al grupo en cuanto tal, vividas, más que pen sadas, y que esperan respuestas satisfactorias, con carácter de validez absoluta: religiosa. Todos los mitos barí responden a la búsqueda de seguridades reli giosas, de orientación de vida y configuración profunda de la realidad, por insignificante que sea, siempre que entre dentro del campo de sus preocupaciones vitales. Es por lo que su lenguaje es eminentemente evocativo y dramático: reenvía a sentidos ulteriores, no ordinarios ni superficiales y hace intervenir con mucha frecuencia a Sabasba y otros personajes míticos —Saimadoyi— como a los auténticos fundadores de su cultura, de lo que ahora viven cuando lo relatan y vivieron sus antiguos, como cuenta la tradición de sus mayores. Y lo hacen siempre de forma válida, en conformidad con una determinada imagen del mundo y unas intenciones distintas, aunque no por eso menos válidas a las de otros lenguajes humanos veritativos, como podría ser el mera mente lógico abstracto. La pregunta que subrepticiamente pervade todos los mitos barí es la propia del lenguaje mitológico: «Cómo, si no fuese esto así, tal como nos lo relata la tradición de nuestros mayores, podrían existir el mundo, el hombre, los fenómenos naturales, las instituciones socio económicas... tal como ahora existen y las vivimos?». Y es precisamen te este relato el que hace rememorar el primer acto fundacional que 198. No debemos enjuiciar estos elementos representativos según nuestras categorías, sino según su modo de vivir la realidad con la que se identifican en afán de participar vitalmente de sus procesos. Así, para ellos, el origen de la caza, el agua, el modo de comportarse algunos animales... componen «su propio mundo» y forman parte constitutiva de su vida. Es por lo que le bus can sentido y fundamentación «religiosa», definitiva. De ahí que, un elemento que puede ser totalmente accesorio en nuestra cultura, en la suya puede cons tituir un elemento esencial... 212

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