BCCCAP00000000000000000000223
El papá era el encargado de repartir la comida preparada por la mujer. Lo que justificaba la espera del resto de la familia hasta la vuelta de aquél 139 La repartición se hacía observando un cierto orden que se cumplía con todo rigor. Caso de ser polígamos, daba, en primer lugar, a la mujer más anciana; después a la segunda, etc. Seguidamente a los hijos y, por último, se servía él Se hacían dos comidas principales: Una al atardecer y otra por la mañana antes de salir al trabajo. Durante el día solían comer algunos plátanos y «Loré», ají picante e «Ischiránki», tallos extraídos de una planta que, al mismo tiempo de ser picante, tenía propiedades analgé sicas y que se masticaba constantemente I4I das y bebidas, puede consultarse: A. de VILLAMAÑÁN, Primeros días..., 325; A. de ALcÁcER, El indio motilón..., 48-51; lo., Los barí..., 43-46; A. R. PoNs - OTROS, a. c., 39-41; M. GONZÁLEZ C., Los indios motilones..., 57; L. LIzARRALDE - St. BEcKERMAN, Historia contemporánea..., a. c., 6. Por lo que respecta a la antropofagia, los barí no la practicaban, sino que, en contra de lo que se ha afirmado, la condenaban. El mito de los orígenes barí nos delata cómo «Sibabió» (una viejecita) comió a su nietecito, después de haberlo asado, y es castigada por sus propios hijos, quemándola en la selva. De sus cenizas procederían todas las personas distintas a los barí y también los animales de la selva, como veremos con más detalle. El haberles atribuido esta característica de antropófagos procede de la confusión con los «yukos», de la que hablarnos en la parte histórica de nuestro trabajo. E. de VALENcIA afirma sobre los usos y costumbres de los «indios motilones»: «Estos indios, en otro tiempo, han sido antropófagos; su poca delicadeza en la comida, nos recuerda algo de sus costumbres carnívoras» (Historia de la Misión Guajira, Sierra Nevada y Motilones (Colombia), Valencia f924, 236). El mismo Reichel Dolmatoff, como ya hemos visto, no se libera de esta confusión, aplicando también al pueblo barí el carácter antropófago. Pero ya hemos analizado el origen de este malentendido histórico. Ya hemos indicado también cómo los barí actuales desprecian a los yukpa por ciertos alimentos que ingieren éstos: ratas, hormigas, etc. 139. La Hna. Lucila cuenta a este respecto anécdotas curiosas. Al princi pio no comprendía por qué algunos niños se desmayaban por la mañanita en la Escuela del Centro Misional; hasta que descubrió que aquéllos se encontra ban sin comer, porque sus papás no habían regresado de la caza desde el día anterior. Le aguardaban para comer todos juntitos. 140. Nos hemos encontrado con dos tradiciones distintas respecto al or den que se observaba en el reparto de la comida en familia. Según algunos de nuestros informadores de Bokshí, era la mujer más influyente la que repar tía la comida, sirviéndose ella la última. La que hemos recogido en el texto de nuestro trabajo corresponde a la información recogida en Saimadoyi. Creemos que ésta resulta más fidedigna y concuerda mejor con todo el contexto cultural barí. Por esta razón la hemos preferido a la de Bokshí, donde existían dudas serias en otros informadores del mismo grupo sobre si en realidad se efectuaba el reparto como manifestaban otros de sus compañeros. 141. Pudimos experimentar personalmente los efectos analgésicos que esta planta produce en las glándulas salivares. Existían diversas técnicas para ex 136
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz